30 noviembre 2014

La verdad nos hará libres

 Así que, si Jesucristo os hace libres, 
seréis verdaderamente libres
He recibido esta semana una carta de una persona que tiempo atrás compartíamos algo más que amistad, y por ciertas causas este hombre termino en prisión. Me comentaba que estaba asistiendo a las reuniones cristianas que se celebran en prisión, y que aunque está preso en una cárcel física, rodeado de cuatro paredes, el se siente totalmente libre, haciendo realidad en su vida las palabras de Jesús: Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres. [1]


Por otra parte existen personas que aunque no se encuentran en estas prisiones físicas, de rejas y paredes, se encuentran presos, y en unas prisiones muy complicadas de asumir, porque no nos creemos estar presos, pensamos que es normal. El apóstol Pedro  hacía mención de esas prisiones  y nos aconsejaba huir:” Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. [2]

Estas personas atadas en estas clases de prisiones no pueden ser felices, aunque en ocasiones pareciera serlo, es solo un espejismo, se adaptan  a su nuevo ambiente, se acostumbra a ciertas cosas, pero en el fondo de su corazón, saben que todas están cosas le tienen presas, porque de la malicia nace el engaño,  del engaño nacen los fingimientos (aparentar ser lo que no somos y disimular lo que en realidad somos),  de los fingimientos nacen las envidias,  y de las envidias, las detracciones maliciosas y envidiosas.

El estar presos en estas clases de prisiones nos traen consecuencias negativas a nuestra vida: desobediencia, enfermedad, celos, codicia, robo, crítica, amargura, desazón, rivalidad, rencor, ambición, odio, enojo, molestia, irritación, queja, amargura, traición y muerte, y lo peor de todo contamina  a toda persona que esté a nuestro alrededor, familia, amigos, etc. Por otro lado estos “presos” tardan en  encontrar  la libertad (paz en su corazón), porque siempre  su mente está corriendo en busca de algo, sin saber que es ese algo.

Pero el Señor nos ama, y envió a su Hijo para hacernos libre de esas prisiones. No hay necesidad de que sigamos viviendo así. El proclamo libertad a los cautivos.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel" [3]

Jesús vino a predicarnos la mejor noticia. Jesús vino a vendar nuestras  heridas y sanarlas. Jesús vino a dejarnos saber que ya no somos más cautivos de ninguna cárcel espiritual.
Yo no tengo necesidad de vivir con engaño, hipocresía,  envidia  y todo pensamiento de malicia en mi vida. Porque Cristo trajo la luz a mi vida, ya las puertas de esas prisiones que antes me atormentaban se abrieron totalmente.

Así que, si Jesucristo os hace libres, seréis verdaderamente libres. (Juan 8.36)

[1].- Juan 8.32  
[2].-1 Pedro 2.1

[3].- Isaías 61.1

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