16 noviembre 2014

La unión hace la fuerza

En esta semana pasada han ocurrido  dos grandes acontecimientos, por un lado se ha celebrado el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín,  también apodado por parte de la opinión pública occidental como Muro de la vergüenza. Por otro lado se ha celebrado una consulta  sobre la independencia en Cataluña, (España). 


No quiero entrar a opinar ni valorar lo que pienso de esto último, pero creo que mientras unos celebran la retirada de  muros y fronteras otros intentan crear nuevas fronteras.
Seguro que habremos escuchado frases como "dos cabezas piensan mejor que una", o "la unión hace la fuerza", demostrando la gran importancia de estar unidos, del trabajo en equipo, del depender los unos de los otros,  no me gusta el separatismo, el creernos capaces de conseguir logros por nuestros méritos, por nuestras fuerzas.

Jesús nos da una gran lección y nos dice que si queremos dar fruto en esta vida debemos estar unidos a Él, porque, “separados de Jesús nada podemos hacer” [1]
Consciente de esta verdad en mi vida y en la de mi familia, buscamos sinceramente la ayuda del Espíritu de Dios, en cualquier circunstancia de nuestra vida, pues, tenemos claro que separado de Él nada podemos hacer. Porque si somos algo, o tenemos algo es porque un día decidimos aceptarlo  como eje principal de nuestro andar diario.

Cuando Jesús dijo: "Separados de mí nada podéis hacer".   ¿No dice que si  me esfuerzo,  que si concentro todas mis energías en un asunto, si concentro toda mi sabiduría en un propósito, ni aun así podría lograr nada? Si yo fuera extremadamente cuidadoso,  si fuera intensamente entregado, si orara todos los días con toda sinceridad, ¿no podría entonces lograr algo? Puede ser que me cueste muchos esfuerzos,  dificultades, puede ser duro remar contra la corriente, pero, ¿no podría progresar por lo menos un poquito en la cosas de Dios,   "Noooooo"  Jesús dice que, separados de mí nada podéis hacer." Podemos esforzarnos tanto como queramos, luchar como podamos; nuestros esfuerzos y nuestras luchas serán inútiles, no nos conducirían a progresar en nuestros propósitos.

Por último, fijémonos en que estar unidos a Cristo es beneficioso para nuestra vida. Primero, que enriquece nuestra propia vida, nuestro contacto con Jesús nos hace ser fructíferos. Segunda, que da gloria a Dios. El ver una vida así hace que la gente piense en Dios. Dios es glorificado cuando llevamos mucho fruto y nos mostramos discípulos de Jesús. La mayor gloria de los cristianos es dar gloria a Dios con nuestra vida y conducta.

Dios puede hacer todo sin el hombre, pero nosotros no podemos hacer nada sin Dios,  es como si le pidiéramos a una rama vivir, brotar y fructificar cortada del árbol a la cual pertenecía. Aprendamos, pues, a vivir nutridos cada día de la rica savia de la vid verdadera, Jesucristo.


[1].- Juan 15.5

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