27 febrero 2009

Pecados graves o leves, o simplemente Pecado

Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las vinas. (Cantares 2.15)

En este pasaje de la biblia, habla la esposa y cuando se refiere a  las zorras son posiblemente esos “pequeños pecados” como el enojo y las ansiedades que interfieren en el amor y lo dañan.

En estos días, en que la Iglesia parece poner más énfasis en el perdón que en la obediencia, los cristianos debemos comprender que Dios no cierra los ojos ante las cosas “pequeñas” que a veces nosotros tomamos tan a la ligera. Podríamos beneficiarnos si leeríamos la lista de pequeños pecados  por los cuales Dios requería una ofrenda:

·         Callar la verdad (Levítico 5.1)

·         Quebrantar votos, promesas o pactos, (Levítico 5.4)

·         Falta de honradez hacia Dios o algún hombre (Levítico 5.15-16)

·         Pecados cometidos por ignorancia de la Palabra de Dios o por no descubrir y obedecer su voluntad, (Levítico 5.17)

·         Irresponsabilidad con las posesiones de otras personas, (Levítico 6.2)

·         Injusticia cometida con un socio o en una relación con alguien, (Levítico 6.2)

·         Obtener algo por medio del engaño, (Levítico 6.2)

·         No devolver artículos perdidos, (Levítico 6.2)

¿No es una lista que nos hace reflexionar? ¿Con cuanta frecuencia no les dado ninguna importancia a estos pecados y hemos presentado excusas cuando los hemos cometidos?

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. (1 Juan 2.1)

20 febrero 2009

Lo primero es lo primero

Por lo tanto buscad primeramente el reino de Dios, y haced lo ordenado por El y todas esas cosas se os darán por añadidura. (Mateo 6.33)

Hay muchas veces que queremos intercambiar el orden impuesto por Dios, nos preocupa más nuestras posesiones y reconocimientos que la obra de Dios. Nuestra única preocupación tiene que ser el atender y preocuparnos de la bendición que Dios nos ha dado, pero toda bendición requiere cuidado y dedicación. Lo demás no nos tiene porque preocupar, al contrario han de sernos  indiferente y nuestras miras por tales cosas tienen que ser muy superficial.

Si no lo hacemos así padeceremos dolor de corazón y angustia en pensar que no nos dan  lo que es nuestro.

En el sermón que Jesucristo dio en el Monte, Jesús nos recuerda que cuando El nos envía a una misión, no tenemos tiempo que perder en intentar que alguien reconozca nuestro trabajo. Jesús nos viene a decir “no te preocupes si te tratan con justicia o no”. El buscar reconocimiento  es en realidad una señal de que nos estamos desviando del verdadero propósito, para el cual fuimos llamados. Si estamos entregados a Jesús no nos tiene que preocupar el trato o titulo que recibamos, tanto si es justo como si es injusto. La enseñanza de Jesús, no es otra que “Proseguir adelante con la tarea que os he mandado hacer y yo os guardare vuestra vida”.

Muchas veces preferimos que nos reconozcan o que nos valoren en lugar de confiar en Dios de todo corazón.

Si alguno habla, hable conforme a la palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por lo siglos de los siglos amen. (1Pedro 4.11)

 

16 febrero 2009

Corazones corruptos


Llevamos una temporada que no se habla de otra cosa que de la corrupción, la mentira, el engaño, el fraude, y el robo.

Pero la corrupción,  no es solamente una cosa perjudicial o inconveniente, o el desvío de los fondos públicos y la falta de dinero para reparar los camino, o el hecho de que algún agente policial es un bandido, que mediante la ayuda de algunos amigos influyentes se llenan los bolsillos. O son los engaños, que los presidentes traman para mantener su puesto.

Pero hay otra clase de corrupción, cuando el corazón del hombre se aparta de  Dios, esto es  la esencia de la corrupción, y de tal corazón salen los hechos corruptos que tanto daño hacen

Jesús dijo:

Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 

Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

Hubo un tiempo cuando no existía ninguna corrupción, Dios proveo al hombre lo necesario para vivir una vida digna, fueron creados a su imagen, les dio un trabajo, y le puso la ayuda idónea, también le dio la oportunidad para probar su lealtad, les mando no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.

¿Qué paso? El tentador les ofreció una alternativa a quien creer y a quien obedecer, y el corazón del hombre se corrompió.  La muerte espiritual fue inmediata.

Pero a diferencia de los hombres que no quieren solucionar la corrupción, Dios nos ofrece ser rescatado de la corrupción por medio de la fe. Jesús murió para rescatarnos del poder de Satanás y darnos una vida nueva. Jesús dijo:

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo

Este nuevo nacimiento es el principio de una nueva vida, una vida de servicio a Dios.

La vida nueva es un regalo de Dios. No puedes comprarla ni merecerla. Tu parte es arrepentirte y entregarte completamente a Dios. Su parte es darte un corazón nuevo y el poder para vencer en cada tentación. Luego te toca a ti poner toda diligencia al leer y obedecer la palabra de Dios, y de esa manera añadir a tu fe el conocimiento para comprobar la voluntad de Dios.

Tú no puedes acabar con la corrupción  ¡Pero Dios quiere que le dejes a él acabar con la corrupción que hay dentro de tu corazón!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5.17).

 

 

 

 

 

01 febrero 2009

Deberes cristianos


He estado leyendo la sinopsis de la película Operación Valquiria y me ha llamado la atención la historia del  Coronel Claus von Stauffenberg que  fue desarrollando un conflicto entre su lealtad como oficial y su oposición a la brutalidad despiadada de Hitler. No pudiendo ocultar sus ideas, expresó su agravio por los tratamientos brutales de civiles en territorios alemanes ocupados, la inanición de los prisioneros de Guerra rusos y las masacres de judíos, este hombre oculto en las esferas más altas del poder decide tomar acción, y llevar a cabo la planificación del asesinato de Hitler. Más tarde fue implicado como conspirador ejecutivo del atentado, causa por la que fue fusilado en 1944.

Párate a pensar por un momento si este asesinato se hubiera llevado a cabo cuanta gente no hubiera muerto, cuanta gente se hubiera salvado de las cámaras de gas. Pero nosotros como cristianos no podemos estar de acuerdo con este complot, porque  mires por donde lo mires, sería un asesinato, y el fin no justifica los medios.

Nosotros como cristianos tampoco   estamos de acuerdo en muchas cosas que están en contra de las leyes de Dios y debido a estas leyes mucha gente se pierde  sin llegar a  conoce a Dios, entonces que ¿es lo podemos hacer los cristianos?, la Biblia nos enseña, que si queremos  vivir una vida tranquila y pacífica  llena de reverencia a Dios y respetable en todos los sentidos, debemos orar con peticiones, suplicas y acción de gracias a Dios por los  que gobiernan y por las autoridades.

El joven Daniel también vivió una situación contraria a su deseo, pues fue llevado entre los cautivos que Nabucodonosor trajo de Jerusalén, este joven valiente  no se doblegó a las aspiraciones idolátricas de dicho rey. Antes bien, supo guardarse en santidad y testificar, sin avergonzarse, acerca de sus convicciones en el Dios de Israel, sin contaminarse con las cosas del mundo, confiando en Dios, y orando, de tal manera que el mismo rey Darío, testifico del Dios de Daniel, como un Dios vivo,  que su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.

Quien nos puede negar que si el pueblo de Dios unido se pone a orar por nuestros gobernantes, estos un día puedan reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador de sus vidas.

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridades sino de parte de Dios, y las que hay por Dios han sido establecidas. 

(Romanos 13.1)

 

 

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