04 mayo 2012

La otra crisis


Todos sabemos y conocemos de primera mano la crisis financiera por la que atraviesa el mundo entero, pero hay también otra crisis que también está afectando de gran manera a todo el mundo, esta es la crisis de valores y principios.
La frase: “en mis tiempos las cosas no eran así”, es una expresión que se repite generación tras generación. Por lo general quien lo dice, hace referencia a que antes “las cosas eran mejores” y es que ciertamente ninguna época es igual a la otra, todo cambia, la vida está llena de constantes cambios.

Pero hay cosas que no deberían cambiar; aquellas cosas que están establecidas como principios básicos en nuestra sociedad, en este caso hablamos de esas normas que debemos seguir para lograr una armonía tanto en nuestras relaciones intrapersonales como en nuestra relación interpersonal.

Nos referimos a LOS VALORES, los cuales lamentablemente, al parecer a muchos se les “olvida” practicar y otros tristemente se han dado por vencidos y piensan que ya eso es cosa del pasado. 
Si bien es cierto los hogares están amenazados por una sociedad que siembra antivalores a través de los medios de comunicación y que valida el rencor, la venganza y la falta de perdón como algo “normal” por el hecho que millares de personas obran así diariamente. En esa espiral sin fondo los hogares se encuentran enfrentando la peor parte, como lo evidencian los altos índices de divorcios, el incremento de la violencia familiar, el distanciamiento entre padres e hijos, y el inusitado incremento de fiestas donde el alcohol, las drogas y la promiscuidad sexual entre adolescentes y jóvenes están al orden del día.
Tenemos que tener mucho cuidado con los valores que nos ofrece el mundo. Son verdaderos antivalores, que aparentemente pueden hacernos felices, pero que a la larga nos traen graves perjuicios. Este mundo nos ofrece el placer, el sexo desenfrenado, la comodidad, la envidia, el querer tener más cosas, el despreciar a los demás, el divorcio, la violencia, la pornografía, la infidelidad, el egoísmo.

¿Qué es lo que más importa en la vida? ¿Acaso no es aquello que te lleva a ser feliz?  Hay hombres y mujeres que hemos encontrado en Dios nuestro más grande valor. Abrir  las puertas de vuestros hogares, de vuestros corazones  a Dios y permitirle que obre los cambios que considere necesarios. ¡Él sabe cómo hacerlo!  La vida será distinta. 

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