31 agosto 2017

La importancia de escudriñar las Sagradas Escrituras

El cristianismo muchas veces, es un cristianismo basado en las opiniones de pastores, predicadores, de lo que escuchamos en la iglesia, o aprendemos pensando que es lo verdadero, pero pocas o ninguna vez nos hemos parado a comprobar si eso que escuchamos, o lo que nos enseñan viene en la Biblia o es  algo aprendido por el orador y a su vez trasmitido a nosotros.


Es nuestra responsabilidad saber si lo que nos enseñan es conforme a las sagradas Escrituras para ello se requiere de un estudio minucioso, constante e intencional.
Es un mandato conocer la palabra de Dios porque así lo enseñó Jesús cuando le dijo a los hombres “escudriñad las escrituras” (Juan 5.39). La palabra escudriñar denota algo más intenso que la idea de leer. Porque la mera lectura de la palabra de Dios, solo provoca un conocimiento superficial de las verdades bíblicas.

Por este motivo, por no escudriñar las escrituras, por dar por verdad todo aquello que me enseñaban, he estado creyendo doctrinas malinterpretadas, pero que a no compararlas con la Biblia, lo ignoraba.

Quiero contar mi experiencia con el “don de lenguas”.  Comienza en una reunión, alrededor del año 1991. Nos visitaba un predicador que nos venía a ensenar sobre este “don”. Al final de la reunión, en medio del ambiente emotivo que se había montado, nos invitaron al salir al frente a todos aquellos que quisiéramos recibir el Espíritu Santo. Sin pensármelo allí me vi en medio de un gran grupo, alguien me tomo del hombro y oro, y terminamos los dos repitiendo unas palabras tan extrañas, que hasta nos parecieron graciosas.
De ahí en adelante seguí esta práctica. Luego fueron enseñándome más sobre ese “don”. Me dijeron que era la evidencia del bautismo del Espíritu Santo, junto con una serie de doctrinas de las que yo desconocía por mi ignorancia de las Sagradas Escrituras. Doctrinas  de hombres alrededor de este tema que no eran otras cosas que sus propias conclusiones sobre el tema nacidas de la ignorancia de un verdadero estudio sobre el tema.
De tanto en tanto se nos instruía que pidiéramos al Señor que nos “renovase las lenguas”: que nos diera lenguas frescas para comunicarnos “en el espíritu” con Dios. Esto suponía repetir otro tipo de palabras. Una de las tantas cosas que nos enseñaron era que la habilidad de orar en lenguas era algo odiado por Satanás, ya que él no las entendía y no podía interferir en nuestra comunión con Dios. Ahora me doy cuenta que no sé de dónde sacaban estas cosas.
Durante muchos años fue una práctica habitual en mi relación con Dios, pues así fui enseñado y daba por hecho que era correcto delante de Dios, pues nunca me propuse escudriñar las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
Al pasar el tiempo, me fui sintiendo inquieto. Al examinar las Escrituras no veía nada parecido o que fuera similar a lo que yo veía y practicaba domingo tras domingo. Pero no podía negar que lo que vivía lo sentía real.

Luego de pasar años de madurar en mi forma de pensar, (1 Corintios 14.20),  de escudriñar las Sagradas Escrituras, de buscar estudios y mucho material bíblico sobre el tema, llegué a la convicción de que mis experiencias no eran Bíblicas. Entendí por las Escrituras que la Palabra de Dios es la mayor autoridad en mi fe,  y que aquello que no se conforme a las Sagradas Escrituras no tiene lugar en mi vida cristiana.
Entendí y fui convencido fuertemente de que aunque yo pudiera haber sentido muchas cosas, hablar en lenguas, sentir calor y frio, y tantas otras experiencias, eran eso experiencias personales y que  todas estas cosas las debía pasar por la Sagradas Escritura, para saber si era de Dios o no.

¿Qué hice luego de tener mayor convicción? Oré al Señor, pedí perdón por dar mayor importancia a la experiencia personal que a la verdad bíblica. Me sometí a la Biblia, aprendiendo a  vivir como Cristo, conforme a las Escrituras.
Gracias  también a personas que Dios ha puesto en mi vida para ensenarme la sana doctrina, para enseñarme lo importante que es estudiar y escudriñar las Sagradas Escrituras, por contagiarme ese fervor y amor por el estudio exhaustivo de la Palabra de Dios.

Hoy, como decía Pablo no es que haya conseguido todo, pero no miro para atrás, continúo creciendo en conformidad a Cristo por su Palabra y no por ninguna experiencia mística.
No nos dejemos llevar por experiencias que no son Bíblicas, para ello nada mejor que confrontar todo con la palabra de Dios, muchas malas doctrinas vienen de una mala interpretación de la Biblia.

Para terminar, no debemos olvidar que uno de los mayores beneficios de la Biblia es que nos instruye “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3.17).

Por eso, es importante, necesario e indispensable que el creyente pueda leer, estudiar y conocer la palabra de Dios.

Para saber + sobre el don de lenguas

1 comentario:

  1. Gracias por tu testimonio personal y la exhortación a estudiar las Escrituras que es, o al menos debiera ser siempre, la base de nuestra fe.
    Dios te siga bendiciendo.

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