15 diciembre 2012

Al Dios no conocido


Hay mucha gente que no cree en Dios,  personas muy cercanas a mí, amigos, familia, incluso algunos presumen de ser férreos ateos. Pero…… todas estas personas se han casado por la iglesia católica, han bautizado a sus hijos, incluso algunos han asistido a la catequesis para que sus hijos pudieran hacer la primera comunión, celebran la navidad, o sea el nacimiento de Jesucristo y todos y digo todos, alguna vez han clamado a Dios pidiéndole ayuda.



 Pero en realidad lo que más me ha llamado la atención a sido la declaración  de la Presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner pidiendo a Dios salud para el líder de Venezuela Hugo Chavez para luego confesar que "quiero pedirle a Dios que me dé fuerzas, que me ayude y nos ayude a todos a ser un poco mejores todos los días".
Todas estas personas hablan de Dios pero en sus vidas no se ha producido un cambio de vida, pues siguen sus propios deseos carnales, mintiendo, maldiciendo, robando, adulterando, haciendo de sus vidas un circulo repetitivo de sus faltas y pecados; entonces, tenemos que considerar que viven  una mentira, y que son unos religioso, esto es tomar un camino equivocado que nunca le llevará a buen destino.
Resumiendo practican ritos y costumbres a un Dios desconocido por ellos.
Si recordáis  la historia de Pablo en Atenas es una copia de lo que ocurre hoy en día, los atenienses se acercaban a un Dios desconocido por ellos, y Pablo les dice,   “porque pasando y mirando vuestros santuarios,  hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO.  Al que vosotros adoráis,  pues,  sin conocerle,  es a quien yo os anuncio”. (Hechos 17.23)
 Pablo presentó al único Dios verdadero a estos hombres educados de Atenas, a pesar de que eran muy religiosos, no lo conocían. Hoy tenemos una sociedad "cristiana-religiosa” igual, hablan de Dios, claman  a Dios, pero, Dios todavía es desconocido para ellos.
 Como Pablo debemos proclamar quién es Dios y dejar en claro lo que El hizo por la humanidad mediante su Hijo Jesús, en quién ponemos nuestra confianza para asegurar nuestro porvenir y eterna felicidad. El único vínculo que puede unirnos a Jesús el Salvador es la fe en El y en su obra en la cruz, donde pagó nuestra deuda, y demostró su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.

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