08 septiembre 2018

Huid de la idolatría.


Cuando nos referimos a un ídolo hablamos que es cualquier cosa que reemplaza al único y verdadero Dios, mientras que la idolatría está dando culto o devoción a esa cosa que reemplaza a Dios.
Los israelitas acababan de salir de Egipto, una tierra de muchos ídolos y muchos dioses. Como cada dios representaba un aspecto diferente de la vida de una persona, era común que adoraran muchos dioses para poder recibir el mayor número de bendiciones. Cuando Dios le dijo a su pueblo que lo adorara y le creyera, no fue tan difícil para ellos, Él era sólo un dios más para añadir a la lista. Pero cuando dijo: "No tendrás dioses ajenos delante de mí", entonces les fue difícil de aceptar para el pueblo. Pero si no aprendieron que el Dios que los sacó de Egipto era el único Dios verdadero, no podrían ser su pueblo. Así, Dios hizo de este su primer mandamiento y lo enfatizó más que ningún otro.  (Éxodo 20. 3-5).


Esta parte de las Sagradas Escrituras dejan bastante claro que hay que huir de la idolatría pero hay muchas personas que oyen estas palabras y se preguntan cómo se aplica este mandamiento. Después de todo, no nos estamos inclinando ante ninguna imagen tallada, ni nada parecido. Pero es que tenemos una noción errónea de que la idolatría consiste solamente en arrodillarse ante objetos visibles de adoración, y que los pueblos civilizados están, por lo tanto, libres de ella.

La idolatría no se limita a esas personas inclinándose ante los ídolos. Esa es solo una manifestación de idolatría, tengamos mucho cuidado, pues hay otros tipos de ídolos modernos que intentan desplazar a Dios de su lugar legítimo: Deportistas, deportes, trabajos, placer personal, hobbys, nuestros pastores, etc, y  la lista sigue y sigue.

Entonces, sabemos lo que es la idolatría. ¿Pero cómo comienza la idolatría? ¿Cuál es la raíz de la causa? Afortunadamente, tenemos las Sagradas Escrituras que nos dan luz sobre estas preguntas. Pablo nos advierte sobre este tema:
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.  (Romanos 1. 21-25)

Pablo nos dice que hay un par de cosas que ocurren en la vida de alguien que se incline y adore a un ídolo. La primera es que las personas  cambian la verdad sobre Dios por una mentira, Y la segunda es que los presuntos idolatras adoran las cosas que Dios ha hecho antes que a Dios mismo.
Se empiezan a aceptar una mentira, una idea falsa acerca de Dios. Las ideas equivocadas sobre Dios nos conducen a la idolatría,  y lo que comienza como pensamientos idólatras conduce a acciones idólatras. Muy pronto inventan dioses que se ajustan muy bien a su egoísmo, a sus planes y sus designios, y ponen todos estos dioses delante del verdadero Dios.

Sería muy bueno que todos nos hagamos algunas preguntas referentes a este tema: ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Rendimos culto a Dios o a ídolos que nos hemos fabricado? Es muy importante que tengamos muy claro este tema, porque Pablo en la primera carta a los Corintios afirma que “los idólatras no heredarán el reino de los cielos” (6.9)

Con esa afirmación en mente, nos viene otra pregunta, ¿vale la pena arriesgar una salvación tan grande por un ídolo?

Que Dios te bendiga.


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