Pablo le explica a Timoteo lo importante que es predicar el
evangelio, le dice que hay que hablar "A tiempo y fuera de
tiempo"[1] y esto significa estar listos para servir a Dios en cualquiera
situación, sea o no conveniente. Que tenemos que estar alerta a las
oportunidades que nos da Dios.
Para Timoteo fue muy importante predicar el evangelio a fin
de que la fe cristiana pudiera difundirse a través del mundo. Nosotros creemos
en Cristo hoy porque personas como Timoteo fueron fieles a su misión. Seguro
que hay a nuestro alrededor muchas personas que no conocen a Cristo, nuestra
familia, compañeros de trabajo, nuestros vecinos, personas que nos topamos con
ellas diariamente, y que ni tan siquiera saben que somos cristianos. Quizás pensemos
que hablar a otros del evangelio nos pueda causar inconvenientes, pero predicar
la Palabra de Dios es la responsabilidad más importante que se ha dado a los
cristianos.
En el libro de Hechos se nos ofrece una imagen de cómo Pablo
evangelizó a personas que no conocían el evangelio. En la ciudad de Tesalónica,
donde había una sinagoga de los judíos,
Pablo, como acostumbraba, fue a ellos,
y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las
Escrituras, que era necesario que el
Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él,
es el Cristo. [2], y el resto de
la semana Pablo hablaba directamente con los paganos de la ciudad en la plaza
mayor. La plaza mayor significa mercado o plaza central en el corazón de la
ciudad. Era un centro de actividad civil y comercial, y a la vez lugar para el
intercambio informal de información, noticias del día, y también de ideas y
pensamientos. Nosotros realmente no tenemos nada parecido en la
actualidad. La tecnología nos ha detenido en este sentido y hacemos todas
estas cosas desde la comodidad de nuestra casa. Sin embargo, en los días
de Pablo, el mercado era donde todo ocurrió. Era donde todos se reunían.
Me imagino a Pablo caminando alrededor de la plaza del mercado,
conociendo gente, participando en
debates y buscando la mejor manera de poder hablarles del Evangelio.
Hoy debemos hacer lo mismo. Debemos llegar a donde está
todas esas personas que no conocen a Jesús, construir relaciones con ellos, y
comprometerlos con el evangelio. A pesar de que nuestro mercado se vea
diferente al que asistía Pablo, creo que el principio sigue siendo válido. Debemos
hacer lo que Pablo llegó a hacer, construir relaciones con la gente allí donde
vivimos, trabajamos y donde pasamos nuestros momentos de ocio, y hablarles de las
Buenas Nuevas.
Mantengámonos preparados, animosos y sensibles a las
oportunidades que Dios nos dé para contar las Buenas Nuevas.
[1].- 2 Timoteo 4
[2].- Hechos 17
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