15 marzo 2015

Hoy es día de buenas nuevas, y nosotros ¿qué hacemos?

Cuenta la palabra de Dios que a la entrada de la puerta de Samaria había cuatro leprosos que decidieron ir al campamento enemigo. Allí descubrieron que el ejército de los sirios había huido. Entraron en una tienda de campaña y comieron y bebieron, y se suplieron de plata,  oro y vestidos, que escondieron. Entraron en otra tienda de campaña, e hicieron lo mismo.


Luego se dijeron el uno al otro: «No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey.» Luego fueron a dar la buena noticia. Así se salvó de sucumbir al hambre aquella ciudad. [1]

Los leprosos descubrieron el campamento desierto y se dieron cuenta que sus vidas habían sido salvadas. Al principio mantuvieron las buenas noticias para ellos, olvidando que sus familiares, amigos y vecinos estaban muriéndose de hambre en la ciudad. Las buenas nuevas deben ser anunciadas, ya que ninguna noticia es tan importante como la Buenas Nuevas de Jesucristo. No debemos olvidarnos de aquellos que se están muriendo sin ellas. Nosotros no debemos preocuparnos tanto por nuestra propia fe y rechazar anunciar las buenas noticias a aquellos que nos rodean. Nuestras "buenas noticias" como la de los leprosos, no deben esperar a mañana, porque quizás sea tarde.

Jesucristo tenía claro su llamado, desde pequeño El entendió que le convenía estar en los negocios de su Padre [2].  El tenía muy claro su llamado y por lo tanto fue  muy diligente en buscar la voluntad de Dios. Su primer discurso ministerial comenzó con “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres”. [3]. El Espíritu de Dios estaba sobre El con un propósito muy específico, anunciar las buenas nuevas, ¿A quién?,  A todo aquel que estuviera quebrantado, con heridas en el alma, con pasados poco decorosos, con poca santidad, en busca de verdadero amor, con enfermedades. Para todos ellos él vino a la tierra. Y durante su estancia se dedicó a anunciarles que Él había  traído buenas noticias a sus vidas. Aquel que vivía en la obscuridad ya no tendría que hacerlo pues Él mismo era la luz. Vino a anunciarles a toxicómanos, alcohólicos, personas que eran atormentados por adicciones que él era infinitamente poderoso y había venido a darles reposo. Le anunció a aquellas mujeres que habían sido maltratadas y menospreciadas que él conocía su verdadero valor y que ya no tenían que vender sus cuerpos. Esa misma tarea de anunciar buenas nuevas se nos ha sido encomendada. Y de igual manera que el Señor Jesús hemos sido ungidos con el Espíritu de Dios para hacerlo. [4] 

Continuemos la tarea que Jesús vino a hacer a este mundo, anunciar buenas nuevas. Proclama libertad a los cautivos, sé la luz del mundo, la sal de la tierra en tu hogar, trabajo, escuela y todo lugar. 
Como Jesús,  ten claro tu llamado y recuerda que has sido ungido para ello.

Haz de todo lugar que pisen tus pies un lugar de buenas nuevas.

[1].- 2 Reyes 7.9
[2].- Lucas 2.49
[3].- Lucas 4.18
[4].- Hechos 1.8


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