Cuando dejar de hacer lo que Dios quiere que hagas

La Biblia no enseña que somos atalayas, [1] y como tales tenemos la obligación de velar, y sonar la alarma cuando el peligro se acerca o las cosas no andan bien, o cuando alguien quiere enseñar, sugerir, o simplemente comentar algo que contradice la palabra de Dios.  Nosotros como cristianos no debemos permitir ciertos pensamientos humanos contradictorios a la Palabra de Dios, y por supuesto tenemos la obligación de levantar nuestra voz y denunciar tales hechos.

 No se trata de de lo que nosotros pensemos, de lo que creamos, se trata de lo que dice la Palabra de Dios, y si no entra dentro de esos parámetros, nosotros como “atalayas” tenemos que denunciarlo, no podemos ni debemos permitir adaptar la Biblia a los gustos de algunas personas, para su contentamiento, los tiempos cambian las costumbres no son las mismas, pero la palabra de Dios siempre será la misma.[2]

Pero  a muchos cristianos les gustan más ser diplomáticos que atalaya. Muchos han llegado a ser tan amigables con las fuerzas del pecado, que realmente tenemos al enemigo por atalaya.

¿Somos hijos de Dios que tomamos en serio la carga que Dios nos ha dado? Predicamos y enseñamos la verdad tal como la Biblia lo enseña. No permitas que nada, ningún credo, doctrina, ritual, o política,  te sea más importante que la Palabra de Dios. Satanás y sus siervos pueden engañarnos presentando una apariencia atractiva y moral. Mucha gente ingenua sigue enseñanzas sutiles que citan la Biblia y luego inducen a cultos que alienan, que apartan de la familia y que practican la inmoralidad y el engaño.

Hoy hay muchas enseñanzas falsas que parecen sensatas. No las acepte simplemente porque parezcan tener autoridad o digan cosas que a usted le agrada oír. Investigue en la Biblia y compare las palabras de la gente a la luz de la Palabra de Dios. La Biblia debe ser nuestra guía de autoridad. No escuche a ningún cristiano, predicador  o pastor autoritario que contradiga la Palabra de Dios. 

[1].- Ezequiel 3.17
[2].- Isaias 40.8