04 noviembre 2012

"Gracias a Dios"


Estoy muy agradecido a Dios, tengo muchos motivos para ello, Dios cambio mi vida, de una vida desordenada en todos los sentidos me dio una nueva vida, llena de amor, esperanza, ilusión. Dios me dio una familia, mi esposa Conchi y mi hija Paula han llenado mi vida por completo, le doy las gracias a Dios por mi trabajo, por mi hogar, por mi familia, por mis amigos, por mi familia espiritual, por cada día que me levanto, por la lluvia, por su protección en cada actividad que hago, por cada situación que me sale bien, o no me sale tan bien, le doy las gracias por todo.


 La ingratitud es un fruto que se cultiva fácil, y su cosecha es siempre abundante, pero hiere y mata, por eso Dios mismo repetidas veces tiene que recordádnoslo a través de su Palabra. La gratitud se tiene que hacer evidente brotando del corazón, y expresándola con nuestras actitudes y humildad. La gratitud es una disciplina. Una vez que nos disponemos a ser agradecidos, esta se convierte en un hábito. Se vuelve una fuente de fortaleza interior que se expresa en lo exterior. Una de nuestras metas debe ser el darnos a conocer como gente agradecida de todas las cosas, porque sabemos que detrás de ellas, el poder maravilloso de Dios se manifiesta para su gloria y nuestro beneficio.
Si das gracias a Dios por todo con gozo, si lo alabas en todo de corazón, tú mismo te vas a sorprender, nos va a pasar como a Pablo: "me gozo en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos, por Cristo. Pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte" (2 Corintios 12.10).
La acción de gracias a Dios brota de un corazón satisfecho que ha sentido el amor y la misericordia maravillosa del Padre. Ser agradecidos al Señor es el resultado de la reflexión íntima y la meditación consciente de que uno ha sido favorecido y perdonado muchas veces, sin merecerlo., quien nos ha salvado a través de dar su vida por nosotros. La Biblia dice que hay que dar gracias en todo, por todos, y a todos. Ese “todo” tan absoluto puede convertirse en un incomprensible para los que dudan y para los inconstantes. Dar gracias a Dios es un impuesto que va sobre el desanimo, la calamidad, la escasez, la desgracia, y la tragedia. Puedes sufrir y no dar gracias a Dios; entonces padeces doble. Puedes estar en tribulación, y aún decir “gracias a Dios”, y entonces hallar paz en la tormenta, provisión al doblar  la esquina, aliento sobre todo hombro, y paz de tus enemigos.
Por eso, uno de los mejores antídotos para vivir una vida santa y un medio seguro para permanecer fieles al Señor, es  la gratitud.

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