03 marzo 2012

La oración por los enfermos


Hoy en día cuando se menciona la oración en la sanidad corporal como elemento valioso e integral de la capellanía  hospitalaria se ponen los gritos en el cielo.
Por experiencia personal sé que si uno trabaja como capellán  en este campo se expone a incomprensiones, críticas y burlas. Pero tengo que afirmar también que este ministerio le acerca a uno a su prójimo de una manera especial y es fuente de compensaciones insospechadas. Lo único que lamento es que no haya más compresión en las iglesias por este ministerio al que Jesús dedicó tanto tiempo y con tanto amor.
Muchas de las pegas y excusas que se tienen contra este ministerio se deben a falta de buena información.
Hay muchas personas que toman una posición muy cómoda para no ejercer la oración y es la de afirmar que para eso están los médicos y las medicinas. La oración por sanidad no excluye ni la visita al médico ni el uso de medicamentos, quien tenga que  disponer de estos recursos debe hacerlo; pero en estos casos no sobra la oración, pues ésta puede ayudar para que el médico acierte mejor el diagnóstico y en la formulación de medicamentos y para que éstos obren con mayor eficacia.
Tampoco hay que esperar resultados inmediatos cuando se ora por un enfermo. A nosotros nos toca solamente orar y dejar al Señor el resultado. Generalmente la salud se recupera mediante un proceso que puede ser muy largo pero que es muy útil para que el enfermo vaya conociendo mejor al Señor y vaya mejorando sus relaciones con Dios.

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