08 octubre 2011

No hay palabra mal interpretada, sino ofensiva

El juez del Olmo, en Murcia (España), ha revocado una condena de un hombre por amenazas a su mujer. El juez del Olmo, dice que el término 'zorra' no tiene porqué utilizarse con menosprecio o insulto, sino que puede ser una mera calificación que hace referencia a su astucia.

Si damos por contado que el acusado tenía antecedentes por malos tratos y por desvelar a su hijo amenazas contra su madre, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que precisamente no estaba llamando “astuta” a su mujer. Si podía haber visto el juez que viendo los antecedentes era más fácil que este hombre estaba usando la palabra, “zorra” de forma despectiva.

Unos de los significados de la palabra zorra es arrastrada, mujer de malos pasos, ramera. Todo esto nos hace pensar que lo que quería este hombre era precisamente, maltratarla, humillarla, causándola un daño moral.

Si hay algo que me moleste en una conversación es que una de cada cinco palabras sea un taco, palabrota, o insulto… hay personas que parecen que lo necesitan para unir más de dos frases seguidas. Hoy en muestra sociedad, a pesar de que las palabrotas se consideran inadecuadas es frecuente que en ciertos contextos sean muy usadas y no sean siempre rechazadas:

“La pregunta es por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define? ¿Son malas porque les pegan a las otras palabras?, ¿son de mala calidad porque se deterioran y se dejan de usar? Tienen actitudes reñidas con la moral, obviamente. No sé quién las define como malas palabras. Tal vez al marginarlas las hemos derivado en palabras malas, ¿no es cierto?” (Roberto Fontanarrosa)

No precisamente son malas por este motivo, sino por que ofenden al ser humano, son de mala educación y es una falta de respeto, y en ningún momento está justificado el utilizar este tipo de palabras subidas de tono o groseras.

Y nosotros los cristianos ¿decimos palabrotas? Las Escrituras llaman “malas palabras” (palabrota, palabra malsonante, palabra obscena, o taco), a aquellas que se usan para ofender a otra persona. Jesús trató de frenar con sus enseñanzas y su ejemplo este tipo de palabras cuando dijo: “cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. La primera palabra, necio, significa Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber, imprudente o falto de razón, terco y es una fuerte frase despectiva; la segunda, fatuo, hace referencia también a un falto de razón o de entendimiento, lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula, al paso que expresa desprecio por la falta de inteligencia en una persona.

Es verdad que hay momentos en que las malas palabras brotan como un torrente caudaloso, especialmente en un arranque de cólera o de impotencia, pero incluso en esos momentos debemos, con la ayuda de Dios, frenar las palabras que podrían ser ofensivas para nuestro prójimo o para Dios. Nunca están disculpadas las malas palabras, ya que “cuando fabricamos excusas para justificar nuestras “malas palabras”, estamos educando el alma para el mal y, si proseguimos haciéndolo, llegará a ser un hábito en nuestra vida, entonces entramos en el terreno de Satanás, vencidos, débiles y sin valor.

¿Te cuesta hablar sin malas palabras cuando estás con tus amigos, familias, compañeros de trabajo? ¿Te contagias de un mal espíritu cuando ves un partido de fútbol o al discutir con alguien? ¿Llegan a tu mente muchas frases ofensivas cuando te golpeas el dedo con un martillo al colgar un cuadro?

No te culpes, ya que Dios no solo nos muestra el error sino que también nos comprende. Con todo cariño él desea obrar en tu carácter para darte el crecimiento espiritual que deseas, y su poder puede cambiar tu manera de hablar si se lo permites.

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