04 septiembre 2009

¿Donde estan los nuevos samaritanos?

Ya le había visto varias veces a la salida del hospital y hasta había hablado varias veces con él, esta vez tenía peor aspecto, las emergencias del hospital trataban de hacer algo por él, la seguridad le invitaba a salir del recinto del hospital, y ¿nosotros? ¿Que podríamos hacer?

Cuando Jesús enseñaba a la gente con historias sencilla, llamadas parábolas, pretendían que la gente de su época pensase sobre su vida y su conducta. Estos relatos, al igual que hace 2000 años, siguen haciéndonos pensar sobre nuestra vida, y nuestro comportamiento como cristianos.

Cristo da el ejemplo de un pobre judío en apuros, socorrido por un buen samaritano. Este pobre cayó en manos de ladrones que lo dejaron herido y casi moribundo. Los que debieron ser sus amigos lo pasaron por alto, y fue atendido por un extranjero, un samaritano, de la nación que los judíos más despreciaban y detestaban, con quienes no querían tratos. Es lamentable observar cuánto domina el egoísmo en todos los rangos; cuántas excusas dan los hombres para ahorrarse problemas o gastos en ayudar al prójimo.

Para el experto en la Ley, el hombre herido era un asunto para discutir.

Para los ladrones, el herido era alguien que podían robar.

Para los religiosos, el herido era un problema que debía evitarse.

Para el samaritano, el herido era un ser humano valioso al que había que cuidar y amar.

Para Jesús, todos ellos y nosotros somos tan importantes, que dio su vida por nosotros.

De la parábola aprendemos dos principios acerca de lo que significa el amor al prójimo:

(1) nuestro prójimo es cualquiera que esté en necesidad, sin importar raza, credo ni procedencia social;

(2) amor significa hacer algo para suplir la necesidad de alguien. No importa dónde viva, hay gente necesitada a tu alrededor. No hay razón justificada para negarse a brindar ayuda.

El verdadero cristiano tiene escrita en su corazón la ley del amor. El Espíritu de Cristo habita en él; la imagen de Cristo se renueva en su alma. La parábola es una bella explicación de la ley de amar al prójimo como a uno mismo, sin acepción de nación, partido ni otra distinción. También establece la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador con los pecadores. Nosotros éramos como este viajero pobre y en apuros. Satanás, nuestro enemigo, nos robó y nos hirió,

Jesús se compadeció de nosotros. El creyente considera que Jesús le amó y dio su vida por él cuando éramos pecadores y rebeldes; y habiéndole mostrado misericordia, le exhorta que vaya y haga lo mismo.

Es nuestro deber, nuestro trabajo y según nuestra capacidad, socorrer, ayudar y aliviar a todos los que estén en apuros y necesitados.

En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos." (1 de Juan 3.16)

1 comentario:

  1. excelente reflexión, Dios le bendiga y le continúe usando en la edificación de otros. la verdad que no nos podemos olvidar de nuestro prójimo. la Biblia dice que el que al pobre da a Dios presta. Dios le bendiga y ha sido un gusto visitar su blogger..

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