06 diciembre 2008

Tomar en serio las cosas de Dios

Esta última semana se ha celebrado en la ciudad polaca de Poznan la 14ª Conferencia de Cambio Climático, para diseñar la futura estrategia para luchar contra el calentamiento global.
Una de las cosas que me ha llamado la atención, es que después de una semana de trabajo no se ha llegado a un acuerdo, y antes al contrario, aún se ha confirmado la diferencia que existe entre los países ricos y en vías de desarrollo, y las discrepancias entre los nuevos y viejos estados de la UE.
Si después de 14 reuniones y más de cinco años de debate, no hay un acuerdo a este respecto, dan a entender que estos señores no se toman muy en serio lo del calentamiento global, y no tomarse en serio las cosas importantes nos pueden traer malas consecuencias.
Así le pasa a un buen amigo que quiere experimentar las cosas de Dios, pero…. NO SE TOMA EN SERIO LAS COSAS DE DIOS, y le puede pasar como a los Sres. del cambio climático que se pueden tirar reunión tras reunión, año tras año, pero sin llegar a tomar decisiones serias.
Dios quiere que todo el mundo se salve, si Dios quiere, entonces es nuestra decisión, pero para eso tenemos que querer y tenemos que dejarle hacer, tomar en serio sus cosas significa tener temor de Dios, y significa poner en juego todo aquello que nos ha dado, siendo conscientes de que muchas veces fallaremos y no daremos el fruto que nos gustaría. Eso no importa, porque a Él sólo le preocupan nuestras intenciones. Muchas veces sólo podremos ofrecer eso, nuestro propósito de hacer las cosas lo mejor posible, desprendiéndonos del resultado final. En cualquier caso, nuestras actitudes delatan y ponen de manifiesto nuestras intenciones.
Le sucedió al profeta Jeremías que se tomaba en serio la Palabra de Dios y la anunciaba sin tapujos, también a quienes no estaban dispuestos a escucharlo, (Jeremías 38.3-6). Tirarlo a un aljibe no era algo muy fraterno ni muy pacífico. Los aljibes, por otra parte, no eran siempre en ese tiempo las construcciones más prolijas y elegantes. Podían ser simplemente un hueco en la piedra en medio del desierto, preparado para juntar la escasa agua de las lluvias. Y allí lo tiraron porque no se callaba la boca ya que, aunque se había resistido en una comienzo a la misión que Dios le confiaba, porque le parecía que era demasiado débil para llevarla adelante (Jeremías, 1), cuando aceptó su vocación se dedicó de lleno a ella asumiendo todas sus consecuencias.
Solo tomando en serio la posibilidad de la existencia de Dios podrás disfrutar de sus bendiciones. Demos ese primer paso de fe. Dejemos a un lado todo nuestro entendimiento y excusas y permitamos que Dios nos llene de amor, perdón, victoria y paz. Él quitará todo estorbo que nos agobie. Todos quedarán maravillados de la obra de Dios en y a través de nosotros

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