06 noviembre 2020

Hasta que la muerte nos separe

No sé si es una costumbre de ahora o de hace muchos años, pero me ha llamado mucho la atención ver una fotografía de una Biblia vieja, degastada, cuyas páginas se caían, cuyos márgenes están garabateados con marcadores de distinto color, sobre el reluciente ataúd de madera en un servicio fúnebre. Me imagino que esa persona a medida que se comprometían con la Palabra de Dios día tras día, mientras llevaban su Biblia a la iglesia semana tras semana, mientras la leía, la marcaba, comenzó a mostrar un desgaste inevitable.


Y cuando partió para estar con el Señor, lo dejo atrás como un instrumento precioso que atestiguaba su amor por el Señor y su amor por su Palabra. A medida que esa Biblia se volvió cada vez más golpeada, su alma se limpió cada vez más. Su Biblia era un símbolo apropiado, una reliquia adecuada. Me imagino que este hombre quiso que su Biblia le acompañara hasta el último momento.

Claro las cosas han cambiado, hemos entrado en la era tecnológica y muchas personas están dejando atrás sus Biblias impresas en favor de equivalentes digitales. Aunque tampoco es un grave problema, después de todo, las personas no están dejando atrás la Biblia, simplemente han cambiado un medio impreso por otro digital. Si Pablo pudo decir: "Pero eso no importa; porque, sean sinceros o no, están anunciando el mensaje de Cristo, y eso me hace sentirme muy feliz. Y más feliz me sentiré", seguramente podríamos decir, "No importa porque, ya sea en papel o en píxeles, la Biblia se lee, y eso es lo importante y nos hace felices".

Pero aunque no es de gran preocupación esta migración vale la pena considerarlo, porque es cierto que cualquier tecnología nueva presenta tanto beneficios como inconvenientes, que trae consecuencias tanto positivas como negativas. Mientras que la fusión nuclear nos dio electricidad, también nos dio Chernobyl. Mientras que la imprenta nos dio la Biblia, también nos dio el Playboy. Y aunque hay muchas características maravillosas que vienen con nuestras Biblias digitales, existe esta desventaja (entre otras). Nuestras Biblias ya no pueden servir como una demostración visible de nuestro compromiso con la Palabra de Dios.

Termino diciendo que es muy poco probable que veamos muchos aparatos tecnológicos colocadas en los ataúdes de los cristianos de hoy. No creo que veamos a una familia depositar con reverencia el iPhone o la iPad  de su ser querido sobre su ataúd para que todos puedan ver lo que amaba, lo que priorizaba en su vida. En cuanto a mí, me gustaría que mi vieja Biblia, esa que me ha acompañado durante tantas batallas me acompañe hasta el último momento de mi vida, testificando de mi amor por el Señor y su Palabra. 

 

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