09 noviembre 2019

Madre Coraje


Cuando hablamos de madres coraje, nos referimos a aquellas que han sobrepasado los límites de la superación, que lo han tenido todo en contra pero no han dejado que las adversidades la hicieran abandonar, que han sacado fuerzas donde no las había para proteger a sus hijos, que se han recompuesto y han salido adelante con su familia.


Las madres coraje son mujeres que han lidiado con una vida difícil, que han reconstruido su mundo aun habiendo sido abandonadas y relegadas muchas veces por la familia, por la sociedad o, quizás, por aquellas personas que debían estar a su lado pero que les fallaron.
Ellas han intentado garantizar la mejor protección y educación a sus hijos, se han quitado pan de su boca para que sus hijos no pasaran hambre ni en el estómago ni en el alma, han cocinado a fuego lento abrazos llenos de amor y repletos de esperanza.
Hay infinidad de casos de estas mujeres valientes y entregadas a su familia, madres que luchan para que su hijo tenga los mejores médicos, los mejores cuidados, los mejores tratamientos, madres que no se rinden por el bienestar de sus hijos, madres que dejan todo, trabajo y amistades por cuidar de sus hijos, madres que revuelven lo que haga falta por encontrar a sus hijos, madres que dejaron de tomar el tratamiento para combatir su enfermedad, porque iba a poner en riesgo la vida de su hija. Como vemos ejemplos valerosos de madres que nunca se rinde.

Pero yo les quiero contar la historia de María (nombre ficticio) y su hijo. Una madre coraje que lleva muchos años luchando por la vida de su hijo, sin rendirse, pese a que no solamente no tiene ayuda, sino que está abandonada por la familia, haciéndola sentirse culpable del mal de su hijo. María nos llamó para que le visitáramos en el hospital, pensábamos que era una de las muchas visitas que hacemos cada día. Antes de entrar en la habitación del joven la madre nos puso al corriente del estado del muchacho, de las muchas enfermedades y de que su estado era de gravedad. Y la madre nos hizo una petición tan especial que me llenó de alegría y gozo a ver que esta madre no estaba pidiendo oración para sanidad, ni nada parecido, había llamado a los capellanes porque quería que su hijo aceptara a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, quería esta madre que le hablásemos del evangelio, de Jesucristo como el único camino a la salvación. Ella quería que algún día pudiera ver a su hijo en el cielo.
Y el milagro ocurrió, él acepto al Señor, se puso en paz con Dios, pidió perdón primero a Dios y después a las personas que les había hecho daño. No sé si Dios va a sanar a este muchacho, o cuál es su voluntad, pero lo que si se, es que el día que parta él va a ir al cielo con el Señor.  

A mí me da muchas fuerzas saber que mi hijo está en el Cielo esperándome, me hace vivir una situación privilegiada porque no tengo miedo a la muerte, porque sé que algún día le veré. Estas son las palabra de una MADRE CORAJE, que todo su afán  y empeño era que su hijo fuese salvo, y para ello no escatimo en superar problemas y dificultades.

Cada visita leemos la Biblia, oramos y nos reímos, su semblante ha cambiado, y él le cuenta a su madre lo que va aprendiendo poco a poco, Dios comenzó a obrar en el corazón de este muchacho, llenándolo de amor de esperanza y de gozo.

Gracias por la esperanza del cielo que recibimos a través de Jesucristo. Oro para que su luz brille intensamente y sea testimonio en ese hospital de que creemos en un Dios vivo es un Dios real que cambia nuestro lamento en baile. (Salmo 30.11).

Todo honor, gloria y honra para el Señor.

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