04 diciembre 2017

¿Cómo era Jesucristo?

OLEO DE MURILLO DE 1668
Tengo una amistad a la cual admiro mucho por muchas cualidades, pero si hay una que verdaderamente admiro es su gran paciencia que tiene conmigo. Esta persona es muy  católica lleva toda la vida yendo a escuchar la misa, y cada vez que nos cruzamos, siempre la invito a que un domingo asista a una de nuestras reuniones.


 Una y otra vez rehúye a la invitación pero eso si, me escucha, (por eso lo de la paciencia), y creo que verdaderamente tiene necesidad de conocer a Dios de una forma verdadera.  La última vez que nos vimos me hizo un regalo, una estampita con un retrato de alguien que decía que era Dios.  Acepte el regalo, pero enseguida pensé que no podía dejar de explicarla que ese retrato no correspondía con la realidad, ya que la Biblia dice que nadie ha visto a Dios, (Juan 1.18), entonces nadie sabe cómo es en realidad. Todo esto me hizo meditar en ¿Cómo era en realidad Jesús?

Jesús nunca posó para un retrato o una escultura, ni hubo fotógrafos que pudieran fotografiarle. Sin embargo, Jesús ha aparecido en muchas pinturas a lo largo de los siglos.
Damos por hecho que, ninguno de esos artistas sabía qué aspecto tenía Jesús en realidad. A menudo, lo que determinaba cómo lo representaban en sus obras era la cultura de la época, las creencias religiosas o los gustos de sus clientes.

Si nos fijamos en algunas de las pinturas que representa a Jesús vemos que algunos lo representan como un hombre débil, de cabello largo y barba, otros le dan un aire melancólico. En otras obras, Jesús aparece como un ser sobrenatural con una aureola en la cabeza.
La pregunta es ¿Guardan esos retratos algún parecido con la realidad? ¿Cómo podemos saber cómo era en realidad Jesús si nadie lo ha visto?

Una manera es examinando varios pasajes bíblicos que nos ayudaran a imaginarnos su aspecto y, además, a verlo desde la perspectiva de la Sagradas Escrituras.

Jesús, como todo judío de su época, tenía barba, a diferencia de los romanos. La barba era símbolo de dignidad y respetabilidad, de ahí que nadie la llevase larga o descuidada. No hay duda de que Jesús llevaba la barba bien recortada y el cabello limpio y peinado.

Otra característica era que Jesús debió ser de constitución fuerte, pues buena parte de sus 33 años de vida fue carpintero y no contaba con las herramientas que tenemos hoy (Marcos 6.3). Esta característica nos explica que al inicio de su ministerio expulsó del templo, sin ayuda de nadie, a todos los que comerciaban “junto con las ovejas y el ganado vacuno, y desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas” (Juan 2.14-17). Para hacer eso tenía que haber sido un hombre fuerte.

Esta constitución física también la utilizo para la misión que Dios le había preparado, ya que se necesitaba una extraordinaria resistencia física para viajar a pie por toda Palestina y proclamar ese mensaje: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.” (Lucas 4.43).

Por otra parte Jesús no había estudiado en ninguna de sus escuelas rabínicas, pero hablaba con autoridad, (Lucas 4.32), lo que significa que era una persona culta e inteligente.

Jesús era una persona amable y tenía un buen trato, lo que hacía más atractiva la invitación para  quienes estaban agobiados y cansados (Mateo 11.28-30).

Aunque es cierto que antes de morir Jesús padeció mucho dolor físico y mental, no era una persona triste. Por ejemplo, durante un banquete de boda celebrado en  Canaán
contribuyó a la alegría de la ocasión al convertir agua en vino muy bueno (Juan 2.1-11).


Estas cosas son definitivamente ciertas de Jesús, pero ellas en realidad no definen como era en realidad Él.  Pero lo más importante es que la Biblia nos dice que Jesús es Dios en carne, que Él llegó a ser un ser humano (Juan 1.1, 14), Y que Jesús vino a la tierra para enseñar, sanar, corregir, y perdonarnos, y aún más, para morir por nosotros. Jesucristo es Dios, el Creador, el Señor Soberano. 

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