09 septiembre 2012

Evangelismo casa a casa


Las ventas por teléfono son considerados por muchas personas, como un trabajo odioso, fastidioso y molesto. Estás comiendo, o en lo mejor de la siesta, suena el teléfono, no te enfadas, dices, será algo importante, para llamar a esta hora. Eres tan ingenuo que incluso te preocupas: seguro que ha pasado algo.


Y cuando contestas, lo intuyes a la primera frase: es un pesado del telemárketing. Y si hablamos de ventas a domicilio nos os quiero ni contar,  te ofrecen contratos de luz, agua, gas, etc, pero eso si a unas horas que ellos saben que tu estas, pero que son horas que las utilizamos para descansar. También entiendo a estas personas, ellas están trabajando y cumplen con su obligación.
Hoy justamente cuando estaba comiendo, después de una dura jornada de trabajo, ha sonado el timbre de la puerta, y cuál ha sido mi sorpresa a saber que no eran vendedores, eran dos hombres evangelizando puerta a puerta, después de una larga conversación, debatiendo los pros y contras de esta novedosa manera de evangelizar, me he hecho la siguiente pregunta;
¿Es malo evangelizar puerta a puerta?, pienso que no,  pero también pienso que no es la mejor forma de predicar el Evangelio, me imagino la cantidad de burradas que habrán oído estos hombres.
¿Qué pasaría si pedimos una comida exquisita y nos la sirven en un recipiente mugriento, feo, lleno de suciedad? Creo que podríamos hacer dos cosas: Aceptamos la comida por compromiso, (pero sin comerla después), o directamente le decimos que no queremos esa comida. Muchas veces la presentación del Evangelio es de la misma manera llevamos una rica y apetecible comida, pero si no estás bien servida en un bonito plato, limpio, decorado con gusto, o mejor dicho, si nuestro carácter, nuestros modales, o las maneras o formas no son las más correctas, lo aceptaran por compromiso, sin llegar a digerirlo, o seguramente lo rechazaran de inmediato.
Cuando les hablemos a otros acerca de Cristo, siempre es importante hacerlo con gracia. No importa cuánto sentido tenga el mensaje, perdemos su efectividad si no somos amables. Así como a nosotros nos gusta ser respetados, debemos respetar a los demás si queremos que escuchen lo que tenemos que decirles. "Sazonada con sal" significa que lo que hablamos debería ser sabroso y dejar la puerta abierta para la continuación del diálogo.

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