Me llamo mucho la atención cuando leyendo un blogs vi la palabra “Líder de pensamiento o líder intelectual. La definición de "líder intelectual o líder de pensamiento" puede ser esa persona que es reconocido como una autoridad en un campo específico y cuya experiencia se busca para ayudar a otros en su campo a adquirir conocimientos y perspectivas y a fomentar el crecimiento de las industrias en su conjunto. Este puede ser un experto, un influencer o una "persona sabia" capaz de influir y aconsejar.
Esto me hizo
pensar en que conozco a muchas personas dentro del mundo evangélico a través de
las redes sociales que pueden ser consideradas "líderes de
pensamiento". Estas son personas muy inteligentes que escriben libros,
presentan podcasts, hablan en eventos, y en general, tienen muchos seguidores
en las redes sociales.
Lo que todos estos llamados "líderes de
pensamiento" que conozco a contrario de los antes mencionados y que tienen
en común es que logran posicionarse como expertos no en un área específica de
especialización (como medicina, predicación, consejería o crianza de los hijos
que sería lo normal), sino que son expertos, comentan y aconsejan sobre
diferentes temas, saben de todo, no importa lo que sea, medicina, deporte, vida
social, política, etc.
En el año 2020, estas personas eran expertos en enfermedades
infecciosas. En la actualidad son unos expertos en asuntos exteriores, hablan,
critican y aconsejan sobre la guerra de Ucrania como verdaderos expertos.
Después del famoso “mamporro” de Will Smith a Chris Rock, día sí y otro también
se consideran verdaderos expertos en temas de la vida social y nos enseñan
quienes son los culpables y quienes son los inocentes, y lo peor de todo es que
se creen que tienen la verdad verdadera, tiene salidas y contestaciones para
cualquier opinión que tengas y sea contraria a las suyas.
Cuantos “líderes de
pensamiento” hay en nuestro alrededor que se meten en discusiones de temas que
desconocen, que no entienden, que hablan, aconsejan y debaten sobre política,
deportes y hasta sobre la Biblia, pero siempre de oídas sin ningún conocimiento.
Sería muy bueno por nuestra parte no meternos en conversaciones y temas que no
conozcamos, ya que puede ser que nos pase como al zapatero que nos digan
“Zapatero a tus zapatos”.
Todos haríamos bien en recordar que la verdadera sabiduría
no solo es conocer bien el tema, sino también conocer las limitaciones de
nuestro conocimiento. No somos sabios hasta que sepamos lo que sabemos y lo que
no sabemos. La sabiduría a menudo se expresa mejor en silencio que las
palabras.
El sabio Salomón nos recuerda: “Hasta el tonto pasa por
sabio si se calla y mantiene la calma” (Proverbios 17.28).
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