Hoy en día, si cometes un error, estás perdido. Un tweet
incorrecto puede significar que tengas un grave problema. Un comentario
irreflexivo de un político en una conferencia de prensa es posible que tenga
serios problemas para su posible reelección. Para una sociedad a la que le
gusta enorgullecerse de la tolerancia, cualquiera que hable en contra de la
verdad puede terminar excluido para siempre.
Pero hay una buena noticia, Dios no es así. ¡Tenemos un Dios de segundas oportunidades! El apóstol Pedro negó a Jesús la noche en que Jesús fue arrestado. ¡Y no sólo una vez, no sólo un error, sino tres negaciones de que conocía a Jesús! Sólo unas horas antes, Pedro había prometido que nunca abandonaría a Jesús e incluso moriría por él. Era justo que Pedro llorara amargamente al darse cuenta de lo que había hecho. Esta no fue un error menor. En la primera oportunidad, Pedro mostró su debilidad y cobardía.
Sin embargo, ese no fue el final para Pedro. Fue restaurado por Jesús al final del evangelio de Juan. Y pasó a convertirse en uno de los líderes de la iglesia primitiva, enfrentándose a mucha persecución por su fe y enseñanza. Dios le dio una segunda oportunidad.
Y este caso un fue algo aislado para Dios. Podemos encontrar
a Dios actuando de esta manera muy a menudo en la Biblia. Piensen en David,
quien cometió adulterio, asesinato y mentiras. Sufrió como resultado de su
pecado, tanto en términos del juicio de Dios como de la ruptura de su propia
familia. Pero Dios no rechazo a David. No fue excluido para siempre, fue llevado
al arrepentimiento y siguió siendo uno del pueblo de Dios.
O que podemos decir del apóstol Pablo. Dios lo sacó de ser
un perseguidor de la iglesia a ser uno de sus líderes. O que pensamos en Elías.
Dios lo sacó de estar deprimido y sin esperanzas a continuar en su servicio,
ungiendo reyes y nombrando a su sucesor. Dios es así, un Dios de segundas
oportunidades.
Ser cristiano es saber que nuestra posición ante Dios no se debe a lo que somos o sabemos. Somos débiles como Pedro, desesperados como Elías e intencionalmente pecadores como David. Si fuéramos excluidos por nuestros muchos errores, pocos quedarían. La buena noticia es que Jesús murió en lugar de personas que no sólo cometen errores, sino que también podríamos haber sido en otros tiempos enemigas de Dios.
¿Te sientes abrumado por tu pecado? ¿Siente que hay muchas veces que fallas? qué cometes errores? ¿Qué muchas veces no estamos a la altura de lo que nos pide Dios? Reconocerlo es un buen comienzo. Pero también debemos venir a Jesús con fe, confiando en que Él nos da segundas oportunidades. Necesitamos pedir ayuda por nuestro pecado y estar constantemente agradecidos por la segunda (y tercera y cuarta…) oportunidad que nos da Dios.
Esto también significa que debemos dar segundas
oportunidades a otras personas. La iglesia cristiana debe distinguirse como un
lugar donde todos son bienvenidos. La iglesia está formada por personas que han
cometido errores terribles, personas débiles, personas que se han desviado del
camino de Dios por el pecado. Lo que todos tenemos en común no es que seamos
buenas personas, si hemos sido pecadores a quienes se nos han dado segundas
oportunidades.
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