Dios nos ha concedido el privilegio de darnos un local para
la iglesia en un sitio especial. Especial por donde está ubicado, un lugar de
paso de muchas personas, un lugar donde se reúnen mucha gente sin hogar,
sin trabajo sin ganas de luchar. En sí, un lugar especial donde Dios nos ha puesto con un gran propósito. El jueves tuvimos la oportunidad de hablar con algunas, y pudimos darnos cuenta de que muchas de estas personas están
viviendo una situación única, extraña y novedosa, pero nosotros hemos entendido
que Dios nos ha puesto aquí en este lugar para transformar cada historia en una
oportunidad de que conozcan a Dios.
Nuestro gran desafío como creyentes es convertirla en tiempo
de gracia y en tiempo de salvación. Es la orientación que con especial fuerza
nos llega del apóstol Pablo “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os
exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque
dice: En tiempo aceptable te he
oído, Y en día de salvación te he
socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de
salvación”. (2 Corintios 6.1-2). Hemos entrado y estamos en un tiempo
favorable.
Como cristianos todos los días se nos presenta infinidad de
oportunidades en la vida. Colosenses 4.5 nos exhorta a comportarnos sabiamente
con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno. Hay
oportunidades de amar y servir a personas todos los días, y de interactuar con
ellas, Pero ¿siempre somos consciente de esto? ¿Presto atención para ser de
estímulo en acciones aparentemente triviales? ¿Dios obra en la vida de cada
persona con la que me relaciono? familiares, compañeros de trabajo, empleados
de las tiendas. Cada interacción es una oportunidad de prestar atención a lo
que Dios puede estar haciendo.
Entonces:
Aprovechemos la oportunidad de ayudar a nuestro prójimo, y no
dejarle ir, sin darle lo que ha necesitado.
Aprovechemos la oportunidad de hablarle de lo más excelente,
el plan de salvación, de cómo Dios nos amó tanto que envió a su Hijo unigénito,
para que cargara en Él, el pecado de todos nosotros.
Aprovechemos cada oportunidad de dar honra a la persona que
lo merece. Nosotros no podemos pasar la oportunidad de honrar y premiar a la
persona correcta, agradeciendo primeramente a Dios. Dios nos manda a honrar a
quienes debemos honra.
Aprovechemos y aún más, reconozcamos a quién debemos dar
mérito por nuestra salvación. ¿Por qué voy al cielo? No es porque yo soy buena
persona o porque yo he llevado una buena vida. Ni tampoco es porque yo tengo la
fe. Voy al cielo porque JESÚS sufrió el castigo de mis pecados en la cruz.
Entonces, aprovechen cada oportunidad de darle honra y gloria a Él.
Cada día, cada momento es una nueva oportunidad. No sabemos
cómo podría obrar Dios en esos momentos. Estemos atentos a las oportunidades
que Él pone en nuestro camino.
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