En mi última visita al centro de Internamiento de
Extranjeros, un interno me desafió a que le explicara cómo es que se puede confiar en la Biblia
cuando está llena de promesas que obviamente no se cumplen. Él se refirió al
pasaje de Mateo 7.7, donde Cristo nos dice que hará lo que pidamos, puesto que
era evidente que muchos cristianos pedían cosas en nombre de Jesús y no se
cumplían. Enseguida me di cuenta de que la pregunta tenía su trampa, pero no
por eso deje de contestarle, y hacerle comprender que Dios no es el genio de la
lámpara.
Me imagino que todos sabéis y conocéis la historia del genio
de la lámpara, pues en una de las más famosas historias de la cultura occidental
de “Las mil y una noches”. Es una historia, donde un muchacho llamado Aladino
poseía una lámpara de aceite que encerraba a un genio benefactor que salía de
ella con sólo frotarla, y era capaz de cumplir los deseos de quien la poseyera
por desproporcionados o increíbles que pareciese: Por ejemplo levantar un
palacio de la nada, de modo que si el deseo se pide en la noche, el palacio ya
estará listo por la mañana. Y eso más o menos es lo que quería este muchacho.
Pero no solo este muchacho, dentro del pueblo de Dios hay
muchos cristianos que actúan como Aladinos modernos, creyendo ciegamente que
las palabras de nuestro Señor Jesús en el Evangelio de Mateo son una receta
mágica para que podamos complacer cualquier deseo de nuestro corazón. ¿Qué nos pasa cuando creemos que Dios debe
concedernos todo lo que le pidamos, y no lo concede? Que nos desanimamos, nos
deprimimos y dejamos de confiar en Dios. Contrario a algunas interpretaciones estas
promesas no son un cheque en blanco para que cualquier persona cuando tenga una
necesidad, cualquiera que sea esta lo presente a Dios. Las sagradas Escrituras
nos enseñan algunas cosas respecto a este tema:
Primero, la promesa es válida solo para creyentes. A lo
largo de las promesas del Sermón del Monte Jesús se dirige a creyentes. Jesús
entrega este sermón a sus discípulos (5.1-2), mientras la multitud escucha.
Segundo, aquel que reclama esta promesa debe estar viviendo
en obediencia a Dios. Juan aclara: “Cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que
son agradables delante de Él” (1 Juan 3.22).
Tercero, nuestro motivo al pedir debe ser correcto. Santiago
explica: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros
deleites” (Santiago 4.3). Dios no está obligado a responder peticiones egoístas
y carnales de sus hijos.
Como cristianos tenemos la certeza de que Dios escucha
nuestras peticiones, Él puede hacer absolutamente todo lo que le pedimos, y
también Él sabe lo que es mejor para nosotros,
pero Él no está sujeto a nuestra voluntad como el genio de la lámpara,
más bien, nosotros deberíamos estar sujetos a su voluntad y confiar en que sus
respuestas a nuestras peticiones son siempre: buenas, agradables y perfectas.
Creo con todo mi corazón en el poder de la oración, y confío
en la veracidad de las palabras “pedid y se os dará”, pero también sé que mis
peticiones tienen que estar de acuerdo a
la voluntad de Dios para mi vida y
entender de una vez, que la respuesta de Dios (cualquiera que esta sea), es lo
mejor que Dios pudo darnos a nuestras vidas.
Quizás te haya desanimado con este post. Que se hayan esfumado
tu sueños de un auto nuevo, un nuevo trabajo mejor remunerado, el viaje de tus
sueños, el esposo o esposa que “te mereces”… Pero permítete animarte a que
quizás estás viendo la oración de una manera que te está robando la
majestuosidad de su propósito y tu lugar en un plan más grande que el mayor de
tus deseos.Tenemos acceso al Dios hacedor del mundo, Él escucha nuestra
oración, y aunque no siempre me da lo que le pido, siempre me da lo que
necesito, y al someterme a sus propósitos, puedo notar que lo que Él me da es
lo que más importante que mi alma anhela.
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. Muuuuchaaaaaassss Beeeeeeedicioneeeeeesssss
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