Todo el mundo tiene una opinión, pero ¿eso a mí qué me
importa? ¿Eres de esas personas que no le importa la opinión de los demás y
de lo que en conjunto opinan sobre ti? Es algo muy común decir ¿Por qué me tiene
que preocupar lo que fulano o mengano hablan, piensan o prejuzgan sobre mi si
no conocen mi vida, si nunca ha estado en mis zapatos, si no han recorrido mi
camino, si nunca me han preguntado por, cómo me encuentro, si nunca han sentido
mis temores, mis sacrificios, mis alegrías y tristezas?, repito: ¿Por qué
tendría que importarme la opinión de los demás?
Es una declaración que escucho de vez en cuando: y tengo que
confesar que en alguna etapa de mi vida, yo también solía expresarme de esa
manera: ¡No me importaba lo que la gente pensara de mí! Muchos piensan que es
una especie de noble virtud no preocuparse en absoluto por lo que otras
personas piensan de ellas.
Pero es algo normal el querer saber lo que la gente piense
de nosotros, hasta el mismo Jesús le intereso saber la opinión de las personas.
Dice la palabra de Dios, que viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo,
preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo
del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. Pero Jesús no se conformó solamente con esa
respuesta, Él quería conocer la opinión de los más cercanos a Él, sus
discípulos y les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mateo 16.13-15)
Bueno, personalmente, no todas las opiniones sobre mí, me
afectan o molesta igualmente, pues ciertamente hay algunas opiniones que no me
importan mucho o nada, pero también reconozco que hay personas en mi vida que
me preocupan lo que pienses de mí.
Me preocupa y mucho lo que piense de mí, Jesús. No faltaría
más, si no me importara lo que Jesús piense de mí, tendría grandes problemas. Es
decir: Me importa que a Dios no le agrade lo que estoy haciendo, Me importa cumplir
sus mandamientos, Me importa estar bien con Dios, Me importa lo que Dios dice
en su Palabra, y cumplirlo, Me importa obedecerle y hacer su voluntad.
Y por otro lado me preocupa
lo que mi familia piense de mí. Me importa lo que mi esposa y mi hija pienses
de mí, sencillamente porque les amo. Me preocupa lo que piensen de mí porque
quiero ser un buen esposo y un buen padre, agradándoles en todo, dándole
ejemplo de mi amor a Dios.
En general, no estoy demasiado preocupado por muchos otros.
Por supuesto, prefiero que la gente piense bien de mí, pero tampoco me preocupa
excesivamente la opinión de otras muchas personas.
Lo dicho aunque todos queremos que hablen o pienses bien de
nosotros, lo que verdaderamente nos debe preocupar es lo que Dios piense de
nosotros y por supuesto la opinión que nuestra familia tiene de nosotros como
esposo y padre cristiano.
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