Con la llegada del verano comienza por todo el mundo una
serie de grandes festivales de música, Primavera trompetera, Daydream, Viña
rock, Mallorca live, Sónar, y el Fib entre otros. Pero no solamente en el mundo
secular, últimamente algo que también han copiado los evangélicos son estos
grandes eventos de música donde actúan durante varios días diferentes artistas “cristianos”.
Siempre que surge algún evento de estas características hay detractores
y defensores, y sale a relucir la pregunta ¿Es correcto asistir a estos macros-conciertos?
unos dirán, que tienen de malo asistir, otros lo verán como algo dudoso, y
algunos otros asistirán por el simple hecho de que son cantantes cristianos, y
entonces ¿Qué tiene de malo?
Personalmente no soy muy dado a asistir a ningún concierto,
pero las pocas veces que he asistido, siempre me he hecho algunas preguntas,
con el fin de poder discernir si lo que voy a escuchar va a edifica mi alma y
espíritu y estoy agradando o no a Dios.
Primera pregunta: La música que escucho debe por encima de
todo glorificar a Dios. Glorificar a Dios significa exaltar o magnificar algún
rasgo del carácter de Dios. Mucho de la música moderna, falla rotundamente en
glorificar a Dios, porque glorifica el ritmo o a los ejecutores de ese ritmo, o
a los instrumentos que se utilizan para producir ese ritmo.
Segunda: La música debe estar basada en la verdad. No es
cuestión de cantar cualquier cosa. Es cuestión de dar a la Biblia el lugar
central en la letra de las canciones. No está bien cantar cosas claramente
opuestas a algo que declara la Biblia. Me llama la atención muchos cantantes
que se hacen llamar salmistas, pero que en realidad ignoran cualquier letra de
los Salmos.
Tercera: La música nos debe edificar. Edificar es construir. La buena
música cristiana construye. Al evaluar la música se debe preguntar: ¿Edifica?
¿Construye? ¿Destruye? ¿Erosiona verdades bíblicas? La música cristiana debe
ser una herramienta para promover el desarrollo del carácter cristiano, no una
fuente de tentación que nos lleva a adoptar la conducta del mundo.
Obviamente, la mejor clase de música que podemos escuchar es
aquella que alaba y que glorifique a Dios, que esté basada en la verdad y por
supuesto que nos edifique. La letra o la música misma es lo que determina si
una canción es “aceptable” para que nos edifique, pero si verdaderamente si una
canción te involucra en algo que no glorifique a Dios, esta debe ser evitada.
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