Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos,
diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así
que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis
conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. (Mateo 23:1-3)
Es interesante observar que Jesús no se dirigió a los escribas
ni a los fariseos, sino a la multitud y a sus discípulos. Quiso alertarlos no
solamente sobre las falsas enseñanzas, sino también sobre los falsos maestros,
que predican grandes enseñanzas, pero ellos nunca la cumplen. La cátedra de
Moisés era la posición más destacada y respetada de todas, por eso era tan
codiciada y deseada por aquellos que querían solo el poder para complacerse, y
no para ser ejemplo de obediencia y respeto.
Los fariseos cumplían la ley, enseñaban la doctrina
correcta, y hacían prosélitos. Pero, todo esto solo era apariencia, y el amplio
conocimiento que tenían, quedaba solo en la mente y no iba a la acción, estaban
cerca de la Palabra, pero, lejos de Dios.
Sin embargo, tengo que decir también que hay algo que me
preocupa y me apena mucho en medio de este gran “avivamiento eclesiástico”, y
es que existen muchos “fariseos moderno”, los cuales, se han preocupado mucho
más del conocimiento que de la práctica, por supuesto no estoy en contra del
poder aprender más, que es muy importante, pero cuando esto se vuelve puro
intelectualismo sin acción, es solo fariseísmo.
Muchos cristianos en el día de hoy anhelan sentarse en la “cátedra
de Moisés”, esperando solamente ser alabados por su gran conocimiento sobre la palabra
de Dios, pomposamente alardean citas sobre grandes teólogos, cuenta grandes
sueños y experiencia, pero que poco o nada les interesan los problemas del prójimo. Los verdaderos siervos del Señor Jesús están donde Él está, que es entre los
afligidos, desesperados, rechazados, adictos, deprimidos, víctimas de
injusticias y humillados. Jesús renunció a su trono junto al Padre para venir a
este mundo a vivir entre los perdidos. Él dio todo de sí para darnos la
Salvación. Dios honra a quienes no
tienen la pretensión de ser vistos y elogiados por las personas, sino que lo
único que quieren y desean es hacer la voluntad de Dios, es decir salvar almas
para el Reino de Dios.
Hoy deberíamos hacernos una pregunta: ¿De qué lado estamos?
¿Somos un fariseo moderno o alguien que realmente ha entendido el Evangelio y
lo está poniendo en práctica? ¿Amamos más el ser reconocido como “erudito”
antes que enseñar a otros en el anonimato y manteniendo la humildad?
Es muy fácil adquirir un libro de teología en estos tiempos
y comenzar a citarlo día tras día, es muy fácil alardear sobre los libros que
leemos, asistir a conferencias y grandes eventos y sacarse “selfies” con
grandes exponentes de la Palabra de Dios.
Ahora la pregunta es esta: ¿Estamos poniendo en práctica lo
aprendido? ¿Realmente vivimos lo que tanto predicamos? Hay muchos cristianos en
estos tiempos demandando títulos y nombres, acerca de esto Jesús se pronunció,
diciendo:
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es
vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre
vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los
cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
(Mateo 23:8-10, 12).
Dios te bendiga grandemente.
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