Partiendo de la base que la palabra original traducida como
“paciencia” se refiere a la capacidad de aguantar el peso de alguna carga o
alguna aflicción, te pregunto:
¿Te ha tocado desesperarte con la burocracia de ciertas
instituciones? ¿Has tenido la “oportunidad” de esperar largo tiempo en colas
interminables para poder ser atendido?
¿Has tenido que aguantar retenciones de coches día a día? Son momentos en que
nuestra paciencia es sometida a prueba.
Muchos de nosotros reconocemos que la paciencia es una de
las virtudes cristianas, y aun así no hacemos hincapié en desarrollarla. Es
esta sociedad tan avanzada tecnológicamente, tan egocéntricamente la paciencia
no existe, incluso entre los cristianos.
La paciencia no es una opcional para el cristiano. El
apóstol Pablo no enseño en repetidas ocasiones a los cristianos a demostrarse
paciencia los unos con los otros.
En la carta a la iglesia de Éfeso, el apóstol Pablo instruyó
a los hermanos a que vivan de una manera
digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y
mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por
preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. (Efesios 4.1-3).
En un contexto similar, el apóstol llama a los cristianos de
Colosas a vestirse con las virtudes de la compasión, bondad, humildad,
mansedumbre y paciencia (Colosenses 3.12). Una vez más, Pablo ilustra la
necesidad de paciencia, señalando los conflictos en la comunidad cristiana.
Según Pablo, si un cristiano tiene una queja en contra de otro, debe responder
con paciencia.
Para los cristianos de Tesalónica, la instrucción de Pablo
era absolutamente clara, Tengan paz entre ustedes (1 Tesalonicenses 5.13). Para
lograr esta paz, Pablo instruyó a los tesalonicenses a ser pacientes para con
todos” (1 Tesalonicenses 5.14). Ese es un gran desafío.
Tenemos muchos testimonios de aquellos que se caracterizaron
por la paciencia en su caminar con Dios.
Santiago nos señala a los profetas: Hermanos míos, tomad
como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre
del Señor (Santiago 5.10). Santiago se refiere a Job, cuya perseverancia fue
recompensada por lo que “. . . el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
(Santiago 5.11).
También Abraham, esperó pacientemente y “… alcanzó la
promesa” (Hebreos 6:15).
Pero el mayor ejemplo lo tenemos en Jesús, que es nuestro
modelo en todas las cosas, así también Él demostró una perseverante paciencia.
“…el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12.2).
Después de todos estos ejemplos, cuál va a ser nuestra
reacción cuando estemos esperando en una ventanilla a ser atendidos, o estemos
en un embotellamiento de tráfico, ¿cómo
responderemos? La respuesta natural es impaciencia, la cual conduce al estrés,
enojo y frustración. Gracias a Dios, que los cristianos ya no estamos bajo el
dominio de una respuesta natural, porque tenemos una nueva naturaleza la
naturaleza de Cristo mismo (2 Corintios 5.17).
En vez de esa respuesta natural, tenemos la fortaleza del Señor para responder con paciencia y en completa confianza.
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