(Gálatas 4.8-11)
Las verdades del mensaje de la Biblia son el corazón del
cristianismo. Cuando nos apartamos de esa verdad, debilitamos el mensaje. Si
cambian las verdades fundamentales, la doctrina deja de ser el mensaje
cristiano bíblico, y se convierten en herejías, enseñanzas que no redimen al
hombre de sus pecados, que no le proporcionan la vida eterna, que no lo
transforman en una nueva criatura ni le ubican en el camino que se dirige al
cielo.
En todas las epístolas del apóstol Pablo, en total trece
cartas del Nuevo Testamento, él expuso las verdades de la salvación que se
obtienen por medio de Jesucristo e instruyó a los cristianos acerca de su nueva
vida. Pero también, en todas sus epístolas, tuvo que combatir las enseñanzas
equivocadas que amenazaban la salud de las iglesias.
Las doctrinas falsas toman muchas formas. En nuestro día,
algunos grupos ponen la tradición de la iglesia, la experiencia personal u
otros escritos en lugar de la Biblia, como la autoridad final del cristianismo.
Algunos elevan al hombre al nivel de Dios y bajan a Jesucristo al nivel de un
profeta o maestro. Otros enseñan que el bautismo o el cumplimiento de otro rito
es necesario para recibir la vida eterna.
Entre los errores que más amenazaban a las nuevas iglesias
del primer siglo, estaba el legalismo, la trágica enseñanza que dice que el
hombre puede ser redimido o que el cristiano puede ser santificado si cumple
con ciertos ritos, normas o reglamentos. Lamentablemente, este error continúa
en las iglesias cristianas, minando sutilmente la pureza del evangelio y
fomentando una “santidad” externa y superficial.
El ser humano ama el legalismo. Siempre se ha sentido
atraído a él, porque piensa que cumpliendo ciertos ritos y reglas le hacen ser
cristiano y no tiene que humillarse y aceptar por fe la salvación de Dios que
no merecemos. El legalismo supuestamente da al hombre el control sobre su vida
y destino. El cristiano también ama el legalismo, porque al conformarse a algunos
requisitos de su iglesia y evitar algunos pecados escandalosos, le da la
apariencia de santo, sin que haya una entrega del corazón a la voluntad de
Dios, y sólo Dios, por el Espíritu Santo, puede obrar estos cambios, y
solamente cuando el hombre se somete de corazón al control de Él.
¿Cómo podemos los cristianos evitar el error del legalismo y
otras doctrinas falsas? La Biblia nos enseña cómo podemos reconocer a estos
falsos maestros:
1.- Promueven controversias en lugar de ayudar a la gente a
venir a Jesús (1 Timoteo 1.4).
2.- Con frecuencia, son promovidas por aquellos cuya
motivación es hacerse de un nombre (1 Timoteo 1.7).
3.- Son contrarias a la verdadera enseñanza de las
Escrituras (1 Timoteo 1.6- 7; 1 Timoteo 4.1-3).
Mantengámonos alejados del legalismo y cualquier enseñanza
alejada de las Sagradas Escrituras, y mantengamos la pureza del evangelio de la
gracia de Dios.
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