Últimamente hemos podido leer como personas por causa de su fe han sido perseguidos y
asesinados. Esto no es un hecho aislado pues son más de 150 millones de
cristianos los que sufren alguna discriminación o son víctimas de la violencia,
ya sea a mano de miembros de otras religiones o bajo regímenes totalitario, son
perseguidos sufriendo un trato injusto como consecuencia de su fe.
No se trata sólo de la violación del derecho
a elegir su religión, sino de toda discriminación o trato vejatorio.
La persecución de estos hombres y mujeres que son
perseguidos y maltratados por causa de su fe en Cristo Jesús tiene distintos niveles, que van desde la
opresión hasta la violación de los derechos fundamentales, como negar el acceso
a la educación y al trabajo. A largo plazo puede desembocar en una severa
persecución, para terminar tratando a los cristianos como ciudadanos de segunda
clase a quienes no se les respeta ni los derechos más básicos.
Esta persecución de cristianos son en países como Corea del Norte, que bajo su régimen estalinista, sigue siendo el país más peligroso para los cristianos, y la comunidad más numerosa que persigue a los cristianos es China, evangelizar a la salida de la iglesia está estrictamente prohibido por la ley china, pero hay también países como, Corea del Norte, Arabia Saudita, Afganistán, Irak, Somalia, Maldivas, Mali, Irán,Yemen, Eritrea, Siria y así hasta 50 países, donde ser cristiano implica ser perseguido hasta la muerte. [1]
No es mi intención comparar todos estos acontecimientos de
la iglesia perseguida con ningún otro acontecimiento, pero no hay que ir muy
lejos para darnos cuenta de que decir que eres cristiano puede acarrearte
algún problema y también por supuesto ser maltratado, perseguido, e insultado.
En nuestro entorno, (familia, vecinos, amigos, compañeros de trabajo), decir públicamente que eres cristiano es practicante algo que “resta puntos” a una persona. Se reciben multitud de etiquetas, la mayoría de las cuales no son agradables de lucir. Al cristiano se le imagina con una serie de obligaciones y pautas de comportamiento que, contrastadas con lo que es la vida habitual de una persona de hoy día, se le encasilla como reprimido, anticuado, víctima de la imposición de unas normas de conducta y un “plan de vida” que tiene mucho de antipático, serio, aburrido, exigente…. En algunos casos la gente otorga un discreto y comprensivo comentario al que se sabe que es cristiano del estilo “si eres feliz haciendo eso” “si eso te sirve para no recae en tus vicios”...
Muchas personas piensan que ser cristianos, es “ser tontos”, “estar amargados”, “no disfrutar de nada”, “tener todo prohibido”, “ser raros” o “anormales “. Se piensa que ser cristiano es hacer una serie de cosas, muchas de ellas aburridas… y no hacer otra serie de cosas que los cristianos las hacemos y que son divertidas, apetecibles, deseables, pero sobre todo sanas.
Ser cristiano es ser
luz en medio de la oscuridad del pecado. Tener fortaleza en las
debilidades. Poder decir no a todo lo que corrompe tu cuerpo, tu mente y tu
espíritu. Y decir si a todo lo que te permite disfrutar de la vida plenamente.
Ser cristiano es vivir una vida plena de gozo de paz ante tanta adversidad, es vivir una vida de acuerdo con la Palabra de Dios: (Amar a tus padres, respetarlos, amar a tu prójimo) es sonreír y gozar auténticamente de esta vida, llena de problemas, pero vivirla.
Ser cristianos es pagar el precio de no ser entendidos por muchos. ¿Estás dispuesto?
¿Yo si lo estoy?
[1].- Fuente: Puertas Abiertas
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