He leído una noticia sobre una estafa que han perpetrado en
una empresa. La noticia decía más o menos así: Se presento un hombre que decía
representaba a una gran empresa ofreciéndonos unos servicios que con el tiempo
nos dimos cuenta que nos había engañado. A la pregunta de la policía de que
como se habían dejado engañar de esa manera, la respuesta de los jefes de la
empresa fue: a parte de todos los documentos que nos presento, algo que nos
llamo mucho la atención fue que se le veía un hombre tan serio, elegante,
educado, que nadie podía imaginar que nos fuera a estafar.
El hombre ve lo que está delante de sus ojos, pero como dice
un dicho popular: No todo lo que brilla es oro; lo que puede lucir bueno y
agradable a la vista puede ser dañino y maligno. Lamentablemente, cuando
miramos con los ojos físicos vemos lo externo y somos dados a hacer juicio, el
cual, la mayoría de las veces, es equivocado.
Samuel estaba buscando sustituto para Saúl, (1 Samuel 16),
este era un hombre alto y atractivo, que impresionaba por su buena apariencia,
y el profeta pudo haber estado buscando alguien que se pareciese a Saul, pero Dios
le advirtió que no juzgara sólo por las apariencias.
Cuando las personas juzgamos sólo por las apariencias
externas, podemos pasar por alto a personas que poseen valores dignos de tener
en cuenta, pero la apariencia no revela lo que la gente es en realidad, ni sus
verdaderos valores. Afortunadamente, Dios juzga por la fe y el carácter, no por
las apariencias, y debido a que sólo Dios puede ver el interior, sólo Él puede
juzgar a las personas con precisión.
Que reconfortante es saber que Dios mira el corazón de las
personas. Personalmente soy un hombre con muchos fallos y errores, meto la pata
una vez sí y otra también, pero me emociona saber que Dios mira mi corazón y no
mi exterior. Muchas veces en nuestra vida cometemos el mismo error de Samuel;
nos dejamos impresionar por la estatura, el físico, la inteligencia o hasta la
hermosura de una persona, pero nos olvidamos de mirar su interior.
A mí me encanta fijarme en la personas que caminan, que
están sentadas en el parque, cada vez que me fijo en una persona, puedo ver si
es morena o rubia, si es alta o baja si lleva gafas, Pero lo que no puedo saber
es que hay detrás de esa máscara. Muchas veces rechazamos a las personas por lo
que aparentan, pero puede ser que en el fondo de su corazón haya un grito desesperado
de auxilio.
En medio de este
mundo superficial hemos de mirar más allá de lo exterior y entender que
conseguir el aspecto físico “ideal” resulta difícil, y complicado, y de muy
poco valor. Sin embargo, podemos cultivar cualidades atrayentes que nos
permitan impresionar a Dios y alcanzar la verdadera belleza interior.
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