10 febrero 2023

¿Cumples lo que prometes?

Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” [1] dice el Sabio. Pero con demasiada frecuencia hacemos exactamente eso: fallamos por completo en hacer lo que prometimos. No importa como sean nuestras promesas, sean grandes o pequeñas o las más significativos y las menos importantes.

Jesús contó una vez una pequeña parábola acerca de ser imprudente y de calcular adecuadamente el costo antes de hacer un compromiso. “Porque ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?  No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?” [2]

Jesús estaba diciendo a sus seguidores, que consideraran el costo del discipulado, que comprendieran que seguirlo tendría un costo de sufrimiento, dolor y persecución. Decir “sí” a Él era decir “sí” a llevar su cruz. Y por eso quería que pensaran, que consideraran y que entendieran a qué se estaban comprometiendo. Quería protegerlos de declaraciones de fe apresuradas, de promesas que no cumplirían.

Cuando hagamos alguna promesa, es importante calcular el costo, porque no es muy correcto prometer y no pagar. Cuando hagamos una promesa a Dios, no tardemos en cumplirlo, porque Él no se complace en los necios. Es de pocos inteligentes el que promete y luego simplemente se encoge de hombros ante su compromiso. Debemos pagar lo que prometemos

Sin embargo, no hay temor en el más grande de todos los hacedores de promesas. Dios ha hecho la mayoría de las promesas y las promesas más grandes y satisfactorias que podemos imaginar. Él ha prometido quitar nuestro pecado para que seamos tan puros y santos como su Hijo, ha prometido estar presente con nosotros a través de nuestras pruebas más profundas y circunstancias más difíciles, ha prometido nunca dejarnos ni desampararnos, ha prometido que hace todas las cosas para nuestro bien y ha prometido que al final de nuestros días encontraremos que morir es sólo dormir y que cerrar los ojos aquí es abrirlos en el cielo.

Hermanos podemos tener plena confianza en que Él es el verdadero hacedor de promesas y que Él demostrará ser el verdadero cumplidor de promesas, porque antes de hacer la menor de estas promesas, calculó el costo. No prometió nada que estuviera más allá de su capacidad de cumplir, nada que pudiera ser frustrado por el tiempo, el enemigo o las circunstancias, nada que fuera precipitado o imposible. Eso es cierto aun cuando hizo promesas y declaraciones tan excepcionales, como estas: “Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,  que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero…Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” [3]

Dios puede prometer porque ha considerado sus capacidades, ha revisado sus recursos, ha equilibrado los impedimentos, y habiendo hecho todo eso, ha hablado con el mayor cuidado y declarado con la más alta certeza. Será fiel a cada una de sus palabras y es digno de nuestra más alta confianza. A Él sea toda la gloria y honra.

[1].- Eclesiastés 5.4-5

[2].- Lucas 14.28-30

[3].- Isaías 46.10-11

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ÚLTIMA ENTRADA PUBLICADA

El Dios de las segundas oportunidades

Hoy en día, si cometes un error, estás perdido. Un tweet incorrecto puede significar que tengas un grave problema. Un comentario irreflexivo...