26 noviembre 2021

Sin Cristo nada podemos hacer

Vivimos en una sociedad posmoderna, pero no solamente en la sociedad, sino también en la iglesia. Hay un desconocimiento de las doctrinas bíblicas fundamentales de la salvación. La gente no lucha con el pecado sino que se complace en él, hay cambio de valores y construcción de valores ajenos al evangelio. Se ha perdido el conocimiento bíblico, no están involucrados en el servicio a Dios, y los que están en las iglesias son consumidores eclesiásticos. Ahora tienen un púlpito con juego de luces y toda la tecnología. Necesitan de una tarima para los grupos de adoración en lo que se asemeja más a un concierto secular que a la actitud que se debe rendir a Dios en adoración. Un sermón corto y acomodado para el creyente, que no presenta ni proclama el mensaje de la cruz, y mucho menos orientado a sus propias necesidades espirituales ni a la confrontación de las personas con sus pecados delante de Dios. Concluyendo la sociedad posmoderna ha llevado a la iglesia a no predicar el Evangelio de Cristo.

Entonces, ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? Solo de pensar que hay iglesias que omiten el evangelio de Cristo me pone enfermo, pero es la realidad, hoy en día hay muchas iglesias donde no se predica a Cristo, y por lo tanto ¿Cómo van a creer en aquel que no han oído? ¿Cómo van a construir sus vidas cristianas sobre el evangelio de Cristo? Sin embargo, esa es la clase de “evangelio” que muchos proclaman hoy, y que muchos cristianos parecen escuchar con deleite. Este nuevo “evangelio” no carece del nombre de “Cristo”, pero carece de la oferta del Cristo de los evangelios. Este “cristo” no parece estar preocupado por nuestros pecados y nuestra enemistad con Dios, sino en darle a sus adeptos una vida más placentera y próspera en términos de prosperidad material.

Un triste ejemplo de esto es lo que pasó con una organización Cristiana famosa. Un grupo de evangelistas quería alcanzar a los jóvenes de su ciudad para Cristo. Vieron que los deportes atraían a los jóvenes y estaban seguros que por este medio podían alcanzarlos por miles. En el comienzo Cristo era el centro de todo lo que hacían, y antes de cualquier actividad deportiva estudiaban la Biblia y compartían el evangelio del Señor Jesucristo. En los primeros 100 años, esta organización, era conocida como un lugar donde podrían encontrar a Cristo y amigos bíblicos. En los primeros años comisionaron a unos 20.000 misioneros. Pero todo esto cambió debido a una transformación en la dirección de la Asociación. En lugar de enfocarse en el Señor y Salvador Jesucristo, se prefirió optar por no ofender a la gente hablando tanto de la cruz de Cristo y de la Biblia. Como resultado en muchos lugares esta organización cristiana perdió la identidad cristiana distintiva que originalmente tenía. Se llegó a tal punto, que en la actualidad se dedica, en muchos de los países, exclusivamente al deporte. El espíritu de la organización hoy, es muy diferente a lo que era cuando comenzó hace tantos años atrás.

¿Qué evidencias tenemos de que la iglesia ha caído en este error? Una pequeña búsqueda de los slogans ‘cristianos’ más populares en internet, muestra el énfasis y anhelo predominante dentro de la iglesia de hoy. ¿Cuál es este anhelo? Que “Cristo vino para hacerte feliz”; “Dios quiere que tengas tu mejor vida ahora”; “Sé un líder, no un seguidor”; “Tú lo puedes hacer”. El común denominador entre estos lemas es que no es Bíblico, es que ¡no necesitamos a Cristo! Fomentan un medio incorrecto que es una confianza en uno mismo para lograr sus propias metas. Y en vez de buscar el fin correcto que es la gloria de Dios, buscan éxito personal para su propio engrandecimiento y prosperidad. Tristemente estos lemas representan lo que muchos creen que es el cristianismo.

Pero la invitación de Jesús es venir a mí y seguirme. Pero para eso tiene que haber un Evangelio lleno de Cristo, iglesias llena de Jesús. Sin edulcorantes ni aditivos artificiales. Y es que cuando Jesús es predicado, no se necesita nada más, ni antes ni después, nada que “prepare la atmósfera” ni música melancólica que enternezca el corazón humano. El anuncio del Evangelio no necesita nada extra. Porque cuando las Escrituras se predican señalando a Jesucristo, sin falta se cumplen el propósito, vidas cambiadas, familias restauradas, pecadores perdonados, no importa si es dentro de una iglesia, en un campo deportivo o en el calabozo más profundo de una prisión.

 

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