16 abril 2021

¿Quién es el Señor para que yo le obedezca?

Con esta respuesta contesto el faraón al ruego de Moisés y Aarón cuando se presentaron ante él y le dijeron: Así dice el Señor, Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor.” El faraón se consideraba a sí mismo como un dios. En aquella época todas las entidades nacionales tenían sus propios dioses. La pregunta del faraón refleja que evidentemente le repugnaba recibir órdenes del dios de un pueblo esclavo. Si este dios fuera tan poderoso, ¿Cómo es que su pueblo cayó en esclavitud?


El pasado día 3, sábado, desfilaron por las calles de El Cairo en un traslado histórico escoltados por guardias a caballo, actores, cantantes y bailarines egipcios las momias de 22 faraones y otros miembros de la antigua realeza desde el Museo de Antigüedades Egipcias a su nuevo hogar en el recién inaugurado Museo Nacional de la Civilización Egipcia.

No me llamo mucho la atención la retrasmisión aunque fue curioso por el lujo, la fanfarria y las medidas de seguridad. En ese desfile estaban los restos momificados de los gobernantes de Egipto, hombres y mujeres que alguna vez fueron considerados dioses, siendo trasladados de un lugar de descanso a otro.

Qué curioso que un día después de ese desfile, a la mañana siguiente, los cristianos de todo el mundo se reunieron para celebrar que otro Rey dejaba su tumba, no muerto, sino vivo. Nadie le movió, sino que Él solo se movió, lleno de vida, a diferencia de 22 pseudo-dioses, éste realmente estaba vivo y era y es Dios. La diferencia entre el sábado y domingo es que mientras unos yacían en restos momificados, otro, Jesús resucito.

Quizás fue uno de esos faraones el que pudo haber dicho: "¿Quién es el SEÑOR para que yo le obedezca?" (Éxodo 5.2); sin embargo, sus restos sin vida se exhiben en el mismo fin de semana que marca el triunfo del Señor viviente a quien cuestionó.

Sé que algunos que lean esto simplemente dirán que tanto las afirmaciones egipcias sobre la divinidad como las afirmaciones divinas de Jesús son del mismo tipo, ambas tonterías falsas. Pero eso no hace justicia a la evidencia de la resurrección de Jesús y el impacto que ha tenido en la historia y en la de muchas personas.

Hoy muchos cristianos podemos contestar a la pregunta de ese faraón: “Este Rey es el Rey de todos los reyes, con una diferencia clara pero profunda: ya no está muerto. Él es el único Rey que resucitó de la muerte para que la humanidad pueda tener  vida eterna, y esto es una realidad porque Jesús esta vivo, porque Jesús esta presente entre nosotros.

Pero esta misma pregunta prende de los labios de muchos seres humanos: "¿Quién es el Señor para que yo le obedezca?" Él es el Rey de reyes, que ha resucitado de entre los muertos y es el Señor de Señores que dio su vida y resucito por toda la humanidad. Hoy cuando leas esto puede ser el día que puedas aceptar a Jesús como Señor y Salvador de tu vida. Esta declaración debe hacerse ya, porque mañana puede que sea demasiado tarde. Se le debe dar el lugar que le corresponde en nuestras vidas. Es el único Rey que derrota a la muerte y el único Rey que da vida.

Llegará un día en que Cristo regresará, y todo ojo se volverá hacia el cielo, toda rodilla se doblará y todos verán que Él es Rey de reyes y Señor de señores. Será un espectáculo que eclipsa y eclipsara cualquier espectáculo como el del sábado con los faraones.

Él es el que triunfa, y ante quien no solo los faraones, sino los reyes, los presidentes y toda la humanidad, un día se inclinarán. (Salmo 72.11)

 

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