08 enero 2021

“El don del Poder”

Esta semana leía en un blogs la noticia de un pastor que había asistido a un retiro y al regresar expresaba el cambio espiritual y la renovación que experimentó. Contaba que de repente, el universo eclesiástico se le había cambiado de un modo notable. Él empieza a hablar del «Ministerio quíntuple» (Dicen que algunos creen que Dios ha restaurado, o está restaurando, los oficios de apóstol y profeta en la iglesia hoy en día). Y especialmente sobre el nuevo apostolado que el Señor le ha regalado a la iglesia.


Proclamaba que el Espíritu le había mostrado que su iglesia debe estar bajo la «cobertura» de un apóstol, y sin ello, no experimentarían la bendición del Señor, y no se le ocurre otra cosa que autoproclamase “Apóstol”.

Uno de los grandes vicios de la iglesia evangélica hoy son la sed de poder de prestigio y riqueza de algunos de nuestros pastores y predicadores. Hoy muchos están obsesionados con títulos, poder, honores y reconocimientos para poder lucir y ser importante. Nos importa mucho más nuestra imagen, la fama y los títulos que tengamos que la predicación de las Buenas Nuevas. Eso es totalmente contrario al espíritu de Jesucristo y del evangelio.

Escuchaba en un programa radiofónico a un famoso predicador de una de las iglesias madrileña que le hacían una pregunta: <<Usted inspira a miles de perdonas>> A lo que respondió: <<A miles no; a millones>> Como si fuera esto poco nos recordó a todos radioyentes sus credenciales, títulos y logros personales.

Unos de los ejemplos más claros que tenemos en las Sagradas Escrituras lo tenemos en Pablo, él podía llamarse apóstol, ya que fue llamado por la gracia de Dios. (2 Corintios 1.11) Sin embargo en muchas de sus Epístolas se presenta como “Siervo”.

Cuando Dios se revelo a Moisés en el monte Sinaí (Éxodo 34.5-7) Allí estaba el hacedor del mundo, el creador del cosmos y juez de la humanidad, pero no uso sus títulos, ni menciono sus proezas. En cambio se presentó como  misericordioso y piadoso tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad (VS-6) No revelo sus títulos ni logros, sino su propio carácter.

Si somos hechos a su imagen y llamados a seguir su ejemplo (Efesios 5.1-2), al margen de nuestros logros y títulos lo que realmente importa es cuan misericordiosos, piadosos, pacientes y veraces nos estamos volviendo.

Podemos basar nuestra valía y logros, como aquel pastor que solo le importa sus títulos, o como aquel otro predicador que recordó a sus radioyentes todos sus títulos y logros, pero el ejemplo del Señor sobre el éxito verdadero es como nos estamos asemejando más a Él.

Tomemos ejemplo. 

 

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