06 marzo 2017

La verdadera felicidad.

No sé si alguna vez han visto hacer esas burbujas tan grandes que los niños persiguen. Es impresionante como algo tan simple pueda traer tanta felicidad a tantas personas. Esto no es sólo para los niños. He visto a jóvenes y adultos reírse y divertirse haciendo burbujas y tratándolas de coger.


Pero………esa  felicidad que proviene del hacer burbujas no dura mucho tiempo. En el momento en que se desvanecen, que se rompe, se termina la felicidad.

Creo que esto se parece mucho a la manera en que muchas personas viven su vida hoy. Muchos van persiguiendo la felicidad, pero como las burbujas, la felicidad se desvanece, somos felices durante un tiempo, pero sin darnos cuenta al doblar la esquina otra vez estamos insatisfechos. O, cuando creemos que la hemos obtenido, nuestra burbuja explota.

Dios sabía que las personas buscaríamos  la felicidad en lugares inadecuados, y que nos sería muy difícil encontrarla por eso nos dejó la receta para ser verdaderamente felices.
En el libro de Apocalipsis, Juan  el último apóstol que sobrevivió, siendo ya un hombre de edad, en exilio en la pequeña isla de Patmos, localizada en el Mar Egeo al suroeste de Éfeso, y en la que se encontraba retenido por las autoridades romanas debido a su predicación fiel del evangelio. Mientras estaba en Patmos, Juan recibió una serie de visiones que establecieron la historia futura del mundo, y entre ella la solución para encontrar la verdadera felicidad.

“Bienaventurado, (dichosos, felices),  el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3.

¿Por qué es dichoso y feliz el que lee?

Cuando el apóstol Juan escribe esto, él está teniendo en cuanta a los hermanos de ese tiempo, y dentro de sí, el pensamiento judío. Cuando los judíos se reunían en las sinagogas para escuchar las Escrituras, solamente había una persona elegida para darle lectura a ellas,  de entre tantos que se reunían, sólo uno era privilegiado de tener en sus manos las Escrituras, de tener en sus manos la palabra de Dios y poder leerla. Esta persona se sentía dichosa de poder ser ella quien transmitiera las palabras de Dios, se sentía feliz por ser quien diera lectura a las Escrituras, cosa que no cualquiera podía hacerlo. Es por esto que el apóstol Juan escribe “Bienaventurado el que lee”, ahora ya no es una solo persona la que puede leer la palabra de Dios, sino cada cristiano puede hacerlo.

La pregunta es: ¿estamos  siendo bienaventurados? En otras palabras ¿estamos leyendo las Sagradas Escrituras? Los  primeros cristianos no contaron con la bendición tan grande que usted y yo contamos, la de tener en nuestras manos la Biblia, algo que ellos no tenían a su alcance, ellos no tenían el privilegio que tenemos hoy en día de tomar nuestra Biblia a la hora que quisieran como usted y yo, lo triste de ello es que aunque la tenemos a nuestro alcance no siempre la tomamos para estudiarla, eso si llega el Domingo y la sacamos a pasear, o el día del estudio bíblico, pero ¿la utilizamos todos los días para estudiarla? A veces no todas las que deberíamos.

¿Queremos  recibir esta bienaventuranza? Estudie la palabra de Dios, recuerde que por la palabra de Dios crecemos espiritualmente, así si queremos ser felices, dichosos, leamos, estudiemos y guardemos lo que la Palabra de Dios dice. Porque el tiempo de su venida está cerca.


Recuerde... ¿quiere ser bienaventurado?   ¡Estudie la Biblia!

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