05 octubre 2014

Contentamiento

Escuche una conversación entre unos compañeros de los automóviles que tienen. Por lo visto y oído, estos automóviles no eran de su agrado, no les gustaban, todo eran pegas, el color, las ruedas corrían poco, eran muy antigüos.
Al pensar sobre esta conversación tengo que reconocer que me es muy fácil ser como estos compañeros, es decir, me es muy fácil enfocarme en lo malo que tiene alguna situación en vez de ver la bendición que siempre la acompaña. 


Me es más fácil ver las cosas malas de una persona en vez de ver el potencial que hay en ella, me es más fácil notar los desaciertos que los aciertos, me es más fácil quejarme que agradecer por lo que tengo. Pero me imagino que esto no sólo me pasa a mí es algo en general que le suele pasar a mucha personas, que solo vemos problemas en vez de ver lo bueno, en este caso mis compañeros solo venias cosas malas del automóvil pero no veían que les traía y llevaba cada día de su casa al trabajo y viceversa.
¿Cómo te sientes si habías planeado ir de excursión con tu familia y cae uno de esos aguaceros que te fastidia el día?
¿Acaso no te has quejaste o te quejas de alguna persona en tu vida? padres, cónyuges, hijos, hermanos, jefe, compañeros, profesores.
¿Acaso nunca has estado inconforme con el cuerpo que Dios te ha dado? nariz, cabello, estatura, ojos.

Como vemos, esto es algo con lo que todos luchamos. Es más fácil quejarse que estar agradecidos con lo que tenemos en términos de situaciones, posesiones, relaciones e inclusive  con nuestros cuerpo.
Vivimos en un mundo donde la queja ha sido institucionalizada, tenemos derecho a quejarnos, inclusive existen departamentos de quejas y tendemos a quejamos de todo, nos quejamos del clima, del gobierno, de la familia, de la iglesia, de los vecinos, de la selección nacional, de todo.

Juntamente con esta cultura de quejas se desarrolla la cultura de la ingratitud. La gratitud no es algo que venga naturalmente. Nuestras madres inclusive tuvieron que enseñarnos a decir “gracias” y no fue una lección que hayamos aprendido a la primera. Nos quejamos porque no estamos agradecidos. Nos quejamos porque no vemos las bendiciones que cada situación trae. Nos quejamos porque no vemos las situaciones como Dios las ve.
Es aquí donde la Biblia tiene para nosotros principios verdaderamente transformadores. Las buenas noticias para nosotros son que la solución a toda esta vida de queja e ingratitud es lo que la Biblia llama: contentamiento.
El contentamiento en la Biblia se puede describir como aquella actitud que nace de la decisión de estar “contentos” con lo que tenemos, agradecidos con Dios por lo que vamos logrando en la vida. Es una actitud activa y no pasiva, expectante por lo que creemos podemos lograr más adelante. 

Pablo se dirigía al joven Timoteo y le daba un gran consejo:
“… Porque nada trajimos a este mundo y nada podremos llevarnos;  si tenemos qué comer y con qué vestirnos, démonos por satisfechos.  En cambio, los que quieren hacerse ricos no resisten la prueba, y caen en la trampa de muchos deseos insensatos y perjudiciales que hunden a los hombres en la ruina y la condenación”. [1]

El contentamiento, es estar agradecido por lo que tiene aunque no tenga todo lo que desea. El contentamiento es saber adaptarse, con una buena actitud a las diferentes circunstancias de la vida, aguardando la expectativa de mejores cosas.

Esfuerzo y trabajo y al mismo tiempo satisfacción y gratitud por lo que se tiene. Adquirir ese “equilibrio” en la vida no es fácil, requiere fe, renuncia y aprender a dar gracias en todo, pero trae paz al alma. No esperemos algún día ser felices, sino que lo seamos ahora, con lo que tenemos, aunque sea poco,  porque si estamos con Cristo lo tenemos todo.

 El testimonio de la Biblia es desafiante:
“…… he aprendido a contentarme con lo que tengo.  Sé lo que es vivir en la pobreza y también sé lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a pasar hambre, a tener de sobra que a carecer de todo”. [2]


[1].-1 Timoteo 6.7-9

[2].- Filipenses .4.11-13

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