31 marzo 2011

Llorar con el que llora

A veces el más grande consuelo que podemos darle un amigo que sufre es nuestra presencia silenciosa. Sólo sentarnos silenciosamente con el amigo sufriente. Sólo estar allí con él. Sin ofrecerle ningún consejo. Sin sugerir ninguna razón o respuesta al "por qué" de la situación. Sufrir con el que sufre. Llorar con el que llora. Humillarnos con uno que ha sido humillado y destrozado. Identificándonos con el amigo sumido en el dolor y la desesperación.

Job 2:13, "Durante siete días y siete noches se sentaron en el suelo para hacerle compañía. Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían cuán grande era su sufrimiento."

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