Cada final de año y el principio de otro, es para muchos, la
frontera que marca la pauta entre un pasado y un futuro; la línea que divide lo
antiguo de lo nuevo, un punto de partida para cambios, propósitos y fijación de
metas, deseos o anhelos. En la antigua Roma tampoco escapaban a esta necesidad.
Ellos tenían su propio dios al que solían encomendarse para que les diera
esperanza y protegiera sus esfuerzos para comenzar de nuevo. Existía un
dios llamado “JANO”, en latín “JANUS”,
que tenía dos caras; una mirando hacia delante y otra mirando hacia atrás. Era
el dios de las puertas, (entradas) de los finales y de los comienzos. De allí viene el nombre en
inglés para el primer mes del año: January. (Enero).
Los romanos tenían a su dios al cual encomendaban se salida y entrada de año, y la pregunta que me surge en este último día de año es ¿Cuál es nuestra actitud al despedir un año y dar la bienvenida a uno nuevo? Es común leer, escuchar o ver noticias relacionadas con predicciones para el nuevo año. No son pocas las personas que consultar los horóscopos a fin de satisfacer su curiosidad por el futuro que se les avecina. Muchos otros estar atados a supersticiones que, muchas personas creen, por ejemplo:
Sacar las maletas a la puerta de la casa, le traerá muchos
viajes, recibir el año nuevo, con dinero dentro de los zapatos, le dará muchísima
prosperidad económica, para tener prosperidad, usted debe usar la ropa interior
al revés el último día del año, utilizar ropa interior roja, le hará encontrar
el amor de su vida.
Parece un poco ciencia ficción, pero es la realidad, mucha
gente cree en predicciones, supersticiones, consultar horóscopos, adivinos y
otras costumbres para recibir el año nuevo, y eso no es sino una confirmación
del temor, de inseguridad, de miedo, de incertidumbre y falta de esperanza que hay
hoy en día en el mundo.
Pero cuando los cristianos hemos desarrollado una fe a través
del conocimiento de la persona de Cristo, todo cambia. Ahora tenemos esperanza;
el amor ha echado fuera el temor y la incertidumbre ha dado paso a una
confianza en que nuestra vida, nuestro destino y el de nuestra familia están en
las manos del Dios Todopoderoso y soberano.
No se aparte del camino de Dios, siga en pos de su presencia, propóngase crecer y servir a Dios más que el año anterior y confíe su vida y la de los suyos al cuidado de Dios.
¡Que tengan un feliz año 2023!
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