Hace unos domingos las dos hijas de una hermana de la
iglesia hicieron algo que me llamo mucho la atención. La mayor (7 años) es una
niña súper simpática, amable y cariñosa, no hay domingo que no venga corriendo
a darnos un abrazo, la pequeña es más tímida y la cuesta más acercarse, pero
este último domingo ocurrió algo. Cuando la más pequeña que estaba cercana a la
mayor vio que su hermana nos daba un abrazo, ella fue e imitando a su hermana
nos correspondió con el mismo abrazo. Simplemente la pequeña imito a su
hermana, y fue algo importante para todos nosotros porque pudimos aprender lo
importante que es nuestro comportamiento, ya que es posible que las personas de
nuestro alrededor quizás nos puedan imitar.
Los niños son imitadores porque los seres humanos aprenden
por imitación. Aprendemos a hablar escuchando hablar a nuestros padres.
Aprendemos a lavar los platos viendo a mamá y papá lavar los platos. Incluso
aprendemos a amar (o no amar) a Jesús al ver a nuestros padres amar (o no amar)
a Jesús. Tanto en el vicio como en la virtud, los niños comenzarán a parecerse
a sus padres. Los padres se dan cuenta rápidamente de la importancia de dar un
buen ejemplo, de ser dignos de imitación.
Cuando Pablo escribió instrucciones al joven pastor Timoteo,
le dijo que sirviera como ejemplo para su iglesia. “Nadie te menosprecie por tu
juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4.12). Timoteo debía modelar un pensamiento y
una vida piadosos, y saber que su iglesia inevitablemente lo imitaría. Para
bien o para mal, comenzarían a parecerse a su pastor.
La Biblia nos llama a ser un ejemplo en palabra, conducta,
amor, espíritu, fe y pureza. Veremos que estos cinco términos hablan de nuestro
ser interior y exterior, de lo que pensamos y de lo que decimos, de lo que se
esconde en nuestro corazón y de lo que se transmitimos en nuestra vida. Veremos
que Dios quiere que nuestra vida sea un lienzo, el escenario de una hermosa obra
de arte. Y también espera que esta obra de arte sea vista, admirada e imitada.
Hay muchas maneras en que puede servir a su iglesia. Podemos
estar repartiendo alimentos en la obra social, podemos estar cada semana
limpiando la iglesia, y estas cosas son buenas, y unas formas de servir a los
demás. Sigan haciendo estas cosas y sigan buscando oportunidades para servir.
Pero la manera más grande, la mejor manera, la manera principal de servir a su
iglesia es buscar la piedad, crecer en sabiduría y conocimiento, en carácter y
obediencia. Fijar un ejemplo. Sé un ejemplo. Haz de tu vida una hermosa obra de
arte que todos puedan admirar.
Dentro de la iglesia, nuestro ejemplo en palabra, conducta,
amor, espíritu, fe y pureza, necesita extenderse más allá de cualquier zona de
comodidad. Nuestra iglesia necesita que seamos un ejemplo de cristiano marcado
por todas estas virtudes, un cristiano que manifiesta una transformación
interior con acciones exteriores. Nuestras iglesias nos necesitan para llevar
una vida piadosa (en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza) que sirva
de ejemplo a todos nuestros hermanos.
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