Llegan las navidades, los híper se llenan de turrones y
dulces de navidad, y como no, de la famosa lotería de navidad. Esta mañana la
cajera del híper al cual acudo casi diariamente, y por cierto una persona con
grandes inquietudes sobre el verdadero Dios, me ofreció lotería para el sorteo
de navidad, la dije que no, que hace muchos años no juego a ningún juego de
azar. Su respuesta fue “¿no quieres hacerte millonario?”. O es que la Biblia
dice ¿Qué no puedes jugar a los juegos de azar? Mi respuesta fue “no” a ambas
preguntas. A la primera no me importaría ser millonario pero no por esa manera
sencillamente porque no juego. Y la segunda la Biblia no condena
específicamente el juego de azar o las apuestas o la lotería. Sin embargo, la
Biblia nos advierte que nos alejemos del amor al dinero [1] La Escritura
también nos anima a mantenernos alejados de intentar "enriquecernos
rápido" [2] sencillamente porque los juegos de azar están enfocado en la
codicia, e indudablemente tienta a la gente con la promesa de riquezas rápidas
y fáciles.
Vivimos en una época en la que la codicia es perfectamente
aceptable para la mayoría de las personas. Pero el problema es que la codicia nunca está satisfecha, la mayoría
de las veces, entre más tenemos, más queremos. El dinero o la riqueza no es un
problema. El problema es nuestra actitud.
Y contra este peligro es el que advierte Pablo a Timoteo [3]
El amor al dinero, no si eres rico o pobre, o cualquiera que sea nuestro estado
financiero actual, es el deseo de más de lo que puede llevar a las personas a
desviarse de la fe. Es un anhelo, un deseo implacable, que solo conduce al
desastre en términos de nuestra fe. Es tan fácil sustituir nuestro amor y
servicio a Dios por un amor y servicio por dinero, que el consejo de Pablo a
Timoteo es simple: huye de estas cosas. Fíjate qué fuerte es esa palabra. Pablo
no dice que la codicia puede ser un problema. No, Pablo dice ¡HUYE! Es el tipo de palabra que gritas cuando te
rodea un peligro inminente, cuando hay un incendio que puede causarte un gran
daño. Huir es dar grandes pasos en la otra dirección, advertir el peligro y
reaccionar adecuadamente.
Sin embargo, es fácil, incluso para los cristianos, no ver
el peligro. La codicia es tan normal y aceptable que no vemos la necesidad de
huir. Sentimos que Jesús y Pablo estaban exagerando al decir cosas como que no
se puede servir a Dios y al dinero.[4]
La codicia domina tan fácilmente nuestras mentes y nuestras
vidas, que el deseo de cosas más agradables, mejores experiencias y más comodidad
captura nuestra mente como pocas otras cosas pueden hacerlo. La palabra
traducida como “huir” en la cita de 1 Timoteo 6 es un verbo continuo; la idea
no es que tomemos una decisión una vez para huir de la codicia. Es una
tentación continua que requiere acción repetida. Necesitamos trabajar duro para
evitar la codicia de muchas maneras diferentes.
¿Cómo podríamos tomar medidas prácticas para huir del amor
al dinero? Hay todo tipo de formas, pero aquí hay algunas sugerencias:
No nos dejemos engañar por la publicidad. Su objetivo es no hacernos sentirnos satisfechos con lo que
tenemos. Cancele su suscripción a correos electrónicos publicitarios. Evite ir a
las tiendas a menos que quiera algo específico. Si no controlamos estas
situaciones, estaremos alimentando nuestra codicia y siempre queriendo más.
Y sobre todo evite los juegos de azar. Sé que esto es algo
controvertido y que los cristianos tienen puntos de vista diferentes al
respecto, pero comprar ese boleto de lotería, no es solo un poco de diversión, nuestra
mente se vuelve a la codicia de lo que podrías comprar con las ganancias, o sea
que llena nuestra mente se llena con pensamientos que pueden ser dañinos para todos nosotros.
Ante la codicia solo hay una salida. “Huye”
[1].- (1Timoteo 6.10).
[2].- (Proverbios 23.4-5)
[3].- (1Timoteo 6.10-11)
[4].- (Lucas 16.13)
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