Vivimos en una sociedad posmoderna, pero no solamente en la
sociedad, sino también en la iglesia. Hay un desconocimiento de las doctrinas
bíblicas fundamentales de la salvación. La gente no lucha con el pecado sino
que se complace en él, hay cambio de valores y construcción de valores ajenos
al evangelio. Se ha perdido el conocimiento bíblico, no están involucrados en
el servicio a Dios, y los que están en las iglesias son consumidores
eclesiásticos. Ahora tienen un púlpito con juego de luces y toda la tecnología.
Necesitan de una tarima para los grupos de adoración en lo que se asemeja más a
un concierto secular que a la actitud que se debe rendir a Dios en adoración.
Un sermón corto y acomodado para el creyente, que no presenta ni proclama el
mensaje de la cruz, y mucho menos orientado a sus propias necesidades
espirituales ni a la confrontación de las personas con sus pecados delante de
Dios. Concluyendo la sociedad posmoderna ha llevado a la iglesia a no predicar
el Evangelio de Cristo.
Entonces, ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? Solo
de pensar que hay iglesias que omiten el evangelio de Cristo me pone
enfermo, pero es la realidad, hoy en día hay muchas iglesias donde no se predica
a Cristo, y por lo tanto ¿Cómo van a creer en aquel que no han oído? ¿Cómo van
a construir sus vidas cristianas sobre el evangelio de Cristo? Sin embargo,
esa es la clase de “evangelio” que muchos proclaman hoy, y que muchos
cristianos parecen escuchar con deleite. Este nuevo “evangelio” no carece del
nombre de “Cristo”, pero carece de la oferta del Cristo de los evangelios. Este
“cristo” no parece estar preocupado por nuestros pecados y nuestra enemistad
con Dios, sino en darle a sus adeptos una vida más placentera y próspera en
términos de prosperidad material.
Un triste ejemplo de esto es lo que pasó con una
organización Cristiana famosa. Un grupo de evangelistas quería alcanzar a los
jóvenes de su ciudad para Cristo. Vieron que los deportes atraían a los jóvenes
y estaban seguros que por este medio podían alcanzarlos por miles. En el
comienzo Cristo era el centro de todo lo que hacían, y antes de cualquier
actividad deportiva estudiaban la Biblia y compartían el evangelio del Señor
Jesucristo. En los primeros 100 años, esta organización, era conocida como un
lugar donde podrían encontrar a Cristo y amigos bíblicos. En los primeros años
comisionaron a unos 20.000 misioneros. Pero todo esto cambió debido a una
transformación en la dirección de la Asociación. En lugar de enfocarse en el
Señor y Salvador Jesucristo, se prefirió optar por no ofender a la gente
hablando tanto de la cruz de Cristo y de la Biblia. Como resultado en muchos
lugares esta organización cristiana perdió la identidad cristiana distintiva
que originalmente tenía. Se llegó a tal punto, que en la actualidad se dedica,
en muchos de los países, exclusivamente al deporte. El espíritu de la
organización hoy, es muy diferente a lo que era cuando comenzó hace tantos años
atrás.
¿Qué evidencias tenemos de que la iglesia ha caído en este
error? Una pequeña búsqueda de los slogans ‘cristianos’ más populares en
internet, muestra el énfasis y anhelo predominante dentro de la iglesia de hoy.
¿Cuál es este anhelo? Que “Cristo vino para hacerte feliz”; “Dios quiere que
tengas tu mejor vida ahora”; “Sé un líder, no un seguidor”; “Tú lo puedes
hacer”. El común denominador entre estos lemas es que no es Bíblico, es que ¡no
necesitamos a Cristo! Fomentan un medio incorrecto que es una confianza en uno
mismo para lograr sus propias metas. Y en vez de buscar el fin correcto que es
la gloria de Dios, buscan éxito personal para su propio engrandecimiento y
prosperidad. Tristemente estos lemas representan lo que muchos creen que es el
cristianismo.
Pero la invitación de Jesús es venir a mí y seguirme. Pero
para eso tiene que haber un Evangelio lleno de Cristo, iglesias llena de Jesús.
Sin edulcorantes ni aditivos artificiales. Y es que cuando Jesús es predicado,
no se necesita nada más, ni antes ni después, nada que “prepare la atmósfera” ni
música melancólica que enternezca el corazón humano. El anuncio del Evangelio
no necesita nada extra. Porque cuando las Escrituras se predican señalando a
Jesucristo, sin falta se cumplen el propósito, vidas cambiadas, familias
restauradas, pecadores perdonados, no importa si es dentro de una iglesia, en
un campo deportivo o en el calabozo más profundo de una prisión.
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