Con Halloween a la vuelta de la esquina, la búsqueda de
disfraces se ha disparado en los últimos días y no sólo en Estados Unidos, de
donde es originaria esta fiesta, sino en países de medio mundo, incluido
España. Todos que celebran esta fiesta anda buscando mascaras de brujas y
esqueletos que no les delaten en las fiestas. También tenemos delante de la
mesa, los debates y discusiones sobre el tema de las mascarillas anti-pandemia
covid. ¿Funcionan? ¿No funcionan? ¿Deberíamos ponernos una? ¿Deberíamos ponernos
dos?
Pero no quiero hablarte de las máscaras de Halloween ni de
las mascarillas anti-covid. Las máscaras de las que hoy te quiero hablar no son
ninguna de estas sino de otras mascaras que estaban mucho ante de moda que las
mencionadas anteriormente. Son las máscaras que usamos en la iglesia, y sin
querer ofender a nadie creo que todos alguna vez hemos usado alguna de estas
mascaras. Veamos.
1.-La máscara de la perfección impecable. Estás de camino a
la iglesia, teniendo una de esas conversaciones con tu esposa-o. Uno de los dos
dice alguna cosa por la que debería pedir perdón más tarde. Estas próximo a la
entrada de la iglesia, todavía furiosa-o, pero abres la puerta de la iglesia e instantáneamente
se enciende una bombilla. La pelea que estaba teniendo unos minutos antes es un
recuerdo lejano. Ahora somos todo sonrisas y abrazos. Dime que has estado ahí.
Dime que no soy el único que usa una máscara de perfección sin pecado en la
iglesia.
¿Por qué es tan fácil pasar de un enfado, de darle la
espalda a nuestro cónyuge a saludar calurosamente al hermano ujier en la
puerta? Quizás pensemos que el hermano ujier no ha hecho nada para merecer nuestro
enfado. Eso es cierto. Sin embargo, también es posible que cambiemos de tema tan
fácilmente porque no queremos que nadie sepa que una discusión se había
desatado unos minutos antes. Por lo tanto, nos ponemos la máscara de la
perfección sin pecado, tratando de crear la ilusión de que los problemas son
para otras personas. Los parches difíciles en el matrimonio son para otras
parejas. Tú y tu matrimonio están bien.
2.- La Máscara de la Alegría. Otra máscara que tenemos la
tentación de usar frente a nuestros hermanos y hermanas es la máscara de la
alegría. En este caso, no me refiero al verdadero gozo bíblico que no se deriva
de las circunstancias terrenales. Me refiero al gozo impostor de la verdadera
alegría: una sonrisa falsa. Tal vez se haya encontrado recientemente en una
temporada de sufrimiento o sequía espiritual; y te ha dejado sintiéndote
agotado y sin alegría. Sin embargo, sabes que no es así como se supone que
deben luchar los cristianos “buenos”, así que te pones la máscara y empiezas a
cantar “El gozo del Señor mi fortaleza es” con una gran sonrisa.
Quizás nos han enseñado que los cristianos no tienen lugar
para la depresión o la desesperación o incluso la sequedad, por lo que para
evitar la apariencia de ser un “mal cristiano”, use una máscara. O tal vez
tenga miedo de que nadie más entienda por lo que está pasando o que posiblemente
pensemos que nadie nos pueda ayudar. Entonces, en lugar de decepcionarse con su
búsqueda de ayuda, decide "fingir hasta que lo logre.
En la raíz de cada una de estas máscaras está el mismo
problema: el miedo al hombre. O, para decirlo de otra manera, mi problema es que
me amo a mí mismo y a la aprobación de otras personas más de lo que amo a Dios.
El primer paso para quitarme la máscara es mirar a Dios. Cuando Dios el Padre
te mira, no ve una máscara endeble que no pueda engañar a un niño de cinco
años. Ve la justicia perfecta de su Hijo, en quien se complace. Si está listo
para quitarse la máscara, permítame sugerirle un par de pasos. Primero, medite
y / o memorice estos pasajes: Gálatas 2.20 y 2 Corintios 5.21. Y el segundo es examinarnos
a la luz de la palabra de Dios y pidámosle que examine nuestros pensamientos más
íntimos y Él lo Hará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario