30 abril 2021

¿Y tú en quien confías?

He leído una noticia de Ferede sobre las próximas votaciones en la Comunidad de Madrid, en la que fieles e iglesias piden información o alguna recomendación a fin de orientar el llamado voto evangélico. Ferede comunica que ha rechazado esa solicitud por una multitud de razones. Pueden leerse las razones en este enlace Sin que sirva de precedente me ha gustado la posición de Ferede ya que como dicen en uno de sus puntos “Ferede considera que la politización partidista de la Iglesia resta gloria al mensaje del evangelio de Jesucristo y atenta contra la unidad del Cuerpo de Cristo, que es “unidad en la diversidad” de todos sus fieles, cualesquiera sean sus preferencias políticas.


Partiendo de la base que cada uno es libre de expresar su deseo de votar a uno u otro partido, pero libremente, confiando en la capacidad, sabiduría, madurez, sentido común y honestidad individual de cada uno en el cumplimiento de sus obligaciones cívicas.  

Entonces partiendo de esta base quiero expresar mis pensamientos respecto a la política y a los políticos. Lo primero que quiero que tengamos en cuenta es que ningún gobierno nos puede salvarnos. ¡Solo Dios lo puede hacer! Lo segundo es que nunca leemos en el Nuevo Testamento, que Jesús, o cualquiera de los apóstoles invirtiera su tiempo ni energía enseñando a los creyentes sobre cómo reformar al mundo pagano de su idolatría, inmoralidad y prácticas corruptas por medio del gobierno. Los apóstoles jamás instaron a los cristianos a demostrar desobediencia civil para protestar contra las injustas leyes o los regímenes brutales del Imperio Romano. En cambio, los apóstoles les ordenaron a los cristianos del primer siglo, así como a nosotros hoy, proclamar el Evangelio y vivir vidas que den una clara evidencia del poder transformador del Evangelio.

El objetivo de la iglesia, de acuerdo al propósito de Dios, no se encuentra en el activismo político. En ninguna parte de la Escritura se nos ordena invertir nuestra energía, nuestro tiempo, o nuestro dinero en los asuntos gubernamentales. Nuestra misión radica, no en cambiar a la nación a través de reformas políticas, sino en cambiar los corazones a través de la Palabra de Dios. Cuando los creyentes piensan que el crecimiento y la influencia de Cristo puede de alguna manera ser aliada de la política gubernamental, corrompen la misión de la iglesia. Nuestro mandato cristiano, es propagar el Evangelio de Jesucristo y predicar en contra del pecado de nuestra era. Solo cuando los corazones de los individuos en una cultura sean cambiados por Cristo, esa cultura comenzará a reflejar el cambio.

Las entidades políticas no son la salvación del mundo. La salvación de toda la humanidad ha sido manifestada en Jesucristo. Dios sabía que nuestro mundo necesitaba ser salvado, aún mucho antes que cualquier gobierno se hubiera formado. Él le demostró al mundo que la redención no podía lograrse a través del poder del hombre, su poder económico, su poderío militar o su política. La paz mental, la alegría, la esperanza y el gozo y la salvación de la humanidad se logra solo a través de su obra de fe, amor y gracia.

Los cristianos a través de los siglos, han vivido bajo gobiernos antagonistas, represivos y paganos. Esto era especialmente cierto con los cristianos de los primeros siglos, quienes bajo despiadados regímenes políticos, mantenían su fe bajo una enorme tensión cultural. Ellos entendían que eran ellos, y no sus gobiernos, quienes eran la luz del mundo y la sal de la tierra. Ellos se adherían a la enseñanza de Pablo de obedecer a sus autoridades gubernamentales, y aún honrarlos, respetarlos y orar por ellos (Romanos 13.1-8). Aún más importante, es que ellos entendían que, como creyentes, su esperanza residía en la protección que solo Dios provee. La misma verdad se aplica a nosotros en la actualidad. Cuando seguimos las enseñanzas de las Escrituras, nos volvemos la luz del mundo. (Mateo 5.16).

Las entidades políticas no son la salvación del mundo. La salvación de toda la humanidad ha sido manifestada en Jesucristo. Dios sabía que nuestro mundo necesitaba ser salvado, aún mucho antes que cualquier gobierno se hubiera formado. Y Él le demostró al mundo que la redención no podía lograrse a través del poder del hombre. La paz mental, la alegría, la esperanza y el gozo y la salvación de la humanidad se logra solo a través de la muerte y resurrección de Cristo en la cruz del calvario.

 

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