Hace unos días en mi paseo matinal me encontré un anillo. Era reluciente, muy reluciente con una gran piedra en el centro. La primera, segunda y tercera impresión fue que me había encontrado una verdadera joya de un valor incalculable debido a su color, grosor y tamaño de la piedra. Cuál fue mi gran frustración cuando la lleve a un experto y este me dijo que era una copia una falsificación perfecta.
La falsificación hoy en día es un gran
problema en nuestra sociedad. Se falsifica el dinero, las tarjetas de crédito,
las obras de arte y por supuesto las joyas. Prácticamente todo lo que tiene
valor se falsifica tratando de hacérnoslo ver como genuinos para engañarnos. Por
consiguiente es bueno que examinemos todos los objetos valiosos y menos
valiosos a fin de determinar que son genuinos y que no nos engañan.
Pero eso también puede decirse de algo que es más valiosos
que el dinero, joyas u obras de arte, y esto es la salvación. Una buena
relación con el Dios del universo, con la promesa de la vida eterna, es algo
incomparablemente más valioso que cualquier objeto. Los que creen tenerla deben
analizarse y probarse con mucho cuidado para determinar que en realidad es correcta.
El ser engañado por una moneda falsa o por una obra de arte
falsa, da por resultado una pérdida temporal solamente. El ser engañado por un
Evangelio falso, resulta en una salvación falsa que nos lleva a una tragedia
eterna.
El falsificador maestro de la salvación es satanás.
Disfrazándose de “ángel de luz” (2 Corintios 11.14-15), él y sus siervos
engañan a los incautos mediante falsos evangelios. Piensan que se
hallan en el estrecho camino que conduce al cielo, pero estos que caen en la
trampa de la religión fingida, o que simplemente confían en su concepto
personal de la salvación, están en realidad en camino de la condenación y del
castigo eterno.
Debido al peligro siempre presente de un Evangelio falso, la
Palabra de Dios requiere que constantemente se pruebe la validez de la salvación
que se confiesa. Pablo les aconsejó a los gálatas: “Cada uno someta a prueba su
propia obra” (Gálatas 6.4). Y a los corintios: “Examinaos a vosotros mismos si
estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros
mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Corintios
13.5).
Entre tantas religiones expresando evangelios únicos a
ellos, las palabras de Pablo hacen que deban ser bien consideradas para que se
pueda ver a qué evangelio se creyó y si este es el verdadero. El evangelio
verdadero debió haber sido escuchado por parte de un comunicador fiel a Dios,
el mensaje a pesar para ser para todo el mundo para usted se convirtió en una relación
muy íntima con Dios. Si lo creyó
sinceramente le va a llevar a depositar su fe en Cristo, su vida
mostrará amor por los miembros de su nueva familia, la familia de Dios; ahora
tendrá una esperanza absoluta de una
vida eterna, comenzará hacer obras buenas como resultado de su fe y empezará a
crecer espiritualmente, comprenderá a la perfección la gracia de Dios y
conocerá la verdad.
Sólo el evangelio verdadero expresa todo lo que dice Dios en
su Palabra y es el único que transforma la vida del hombre, así de poderoso es el
verdadero Evangelio de Jesucristo.
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