Juan el Bautista comenzó su ministerio, (Lucas 3) no
solamente con el mensaje positivo de anunciar la venida del Mesías, sino
llamando valientemente al pueblo al arrepentimiento. Habría sido mucho más
fácil proclamar simplemente las buenas nuevas, pero Juan fue obediente a su
ministerio que no era otro que desafiaba a la gente en su actitud descuidada y
en sus pecados.
Su ministerio estuvo marcado por la intrepidez, el atrevimiento
de predicar lo que no era popular. Juan reprendió a los religiosos (Lucas 3.8),
apeló a ser generosos (Lucas 3.10- 11), denunció la deshonestidad (Lucas 3.12-13)
y reclamó una justa administración de la autoridad (Lucas 3.14). Más tarde, se
enfrentó a la inmoralidad tolerada de los líderes (Marcos 6.18).
Muchas de estas personas al oír la predicación de Juan se
preguntaron ¿y nosotros qué hacemos?, pregunta que se repitió tres veces.
Las respuestas de Juan Bautista fueron muy concretas: El que
tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, que la comparta.
También los cobradores de impuestos tenían la gran tentación de inflar las
cifras de sus comisiones, y Juan les dijo, no cobréis más de lo que está
ordenado. Los soldados fueron otros que quedaron tocados y también le preguntaron y nosotros, ¿qué
haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos
con vuestro salario.
Con cuatro respuestas Juan ha hecho una propuesta no
solamente a aquellos hombres y mujeres de esa época, sino a todos nosotros, basada
en la honradez, en la fraternidad, en compartir con quien no tiene, en la
generosidad. Una sociedad sin injusticia, sin ansia de poseer y acumular, sin
avaricia ni deseos de poder. Una sociedad donde todos colaboren lo mejor que
pueden, donde ninguno se sienta desplazado, oprimido ni esclavizado.
Ahora quiero que nos planteemos la misma pregunta, que se
hicieron estos hombres: ¿Y nosotros qué tenemos que hacer, para cambiar esta
sociedad corrupta, sin empatía, injusta, donde solo priva las ansias de poder?
Muy fácil cada uno, viendo las necesidades que se presentan
a nuestro alrededor, de las personas con las que trabajamos y compartimos la
vida, y según lo que tenemos, lo que hacemos, o lo que podemos aportar, desde la
situación que cada uno se encuentre, debemos ser ejemplos de honradez, justos,
fraternos y generosos.
Sabemos lo que tenemos que hacer ante situaciones que están ocurriendo
hoy en día a nuestro alrededor, la pregunta es: vamos a seguir impasibles ante
la necesidad de nuestro prójimo, o vamos a actual como verdaderos cristianos.
Recordar que el que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es contado como pecado,
(Santiago 4.17).
Nadie puede olvidar que ser auténticamente cristiano implica
no solo lo que se cree, sino también lo que hace.
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