02 mayo 2018

Mas el fruto del Espíritu es bondad… (Gálatas 5.22)



Cuando hablamos de bondad, estamos hablando de algo bueno, hablamos de personas dadivosas, generosas, personas que ayudan al prójimo, hospedadoras, misericordiosas, de corazón abierto, sinceras, y siempre buscando como ayudar a una persona, a una familia y/o a una buena causa,  o sea personas que hacen que el amor se manifieste en hechos, en servicio, la bondad es lo que hace que el amor deje de ser una teoría y se vuelva práctico.


Y como siempre Jesús es el mejor ejemplo de bondad, y la muestra de maneras muy diversas, incluso a los desagradecidos e inicuos, animándolos así al arrepentimiento. (Lucas 6.35, Romanos 2.4).

La bondad del Señor es total y absolutamente bueno. Las Escrituras dicen: “Bueno y recto es el Señor” (Salmo 25.8). Aunque Jesucristo tenía esta cualidad de excelencia moral, no quiso aceptar el título de “bueno”. Cuando alguien se dirigió a él como “Buen Maestro”, respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios”. (Marcos 10.17-18.) De esta manera reconoció a Dios como el modelo supremo de lo que es bueno, de lo que es bondadoso.

El Señor desea expresar bondad a su pueblo, como se deduce de la oración del apóstol Pablo a favor de los cristianos de Tesalónica: “Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder”. (2Tesalonicenses 1.11.)

En muchos lugares de la Biblia se habla de la bondad amorosa de unas personas para con otras. Por ejemplo, Sara mostró tal amor leal a su esposo cuando estaban en territorio enemigo, pues lo protegió diciendo que era su hermano. (Génesis 20.13.) Jacob le pidió a José que ejerciera bondad amorosa para con él prometiéndole que no lo enterraría en Egipto. (Génesis 47.29).  Rahab rogó que los israelitas le mostraran bondad amorosa conservando a su casa con vida, tal como ella había tratado a los espías de Israel. (Josué 2.12-13.). Boaz alabó a Rut por haber ejercido bondad amorosa (Rut 3.10), y Jonatán le pidió a David que la ejerciera para con él y su casa. (2Samuel 9.3-7.)

Pablo habló de la bondad inmerecida de Dios más que cualquier otro escritor, pues hizo más de noventa referencias a ella en sus catorce cartas, por lo cual tenía buenas razones para poner de relieve la bondad inmerecida del Señor, pues antes había sido “blasfemo y perseguidor.  No obstante, explica, que se le mostró misericordia, porque lo hizo por ignorancia, en incredulidad, (1 Timoteo 1.13), pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.  (1Ti 1.14).

Mostrar bondad es importante para los verdaderos cristianos, pues es la prueba de que el Espíritu Santo actúa en nosotros. Además, cuando manifestamos verdadera bondad, estamos imitamos a Jesús. Por consiguiente, debemos amar la bondad y aprender a mostrarla.


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