25 marzo 2018

Porque Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.


Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?  Y cuando la encuentra, la pone sobre su hombro gozoso;  y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. (Lucas 15.3-7)


La historia que nos cuenta Jesús es muy sencilla y llena de amor por aquellas personas que aunque un día estaban en su redil, por algún motivo indiferente se extraviaron, pero que el Buen pastor no descansará hasta que la haya encontrado y la haya restaurado para sí mismo.
Hay muchas formas distintas en las que el pastor podría haber reaccionado cuando finalmente hubiera encontrado la oveja perdida:
Encuentra su oveja y la regaña: Oveja estúpida e ignorante. ¿Cómo te atreves a alejarte de mí? No, en absoluto no la reprende.
Encuentra su oveja y la castiga: Oveja torpe y desobediente. Yo te voy a enseñar a perderte.  No, no la castiga.
Encuentra su oveja y la rechaza: Estás sucia y apestas ¿Dónde te metiste? Ve a lavarte ahora mismo y cuando estés limpia volveré a recogerte. No, no hace que se lave sola.
Encuentra su oveja y la vende: No puedo tener una oveja como tú, desobediente, contaminando mi rebaño. ¿Sabes cómo me hiciste ver delante de todos los demás?». No; no se deshace de ella.
El Señor no actúa así, aunque nuestra torpeza no hiciera apartarnos del redil, la palabra de Dios dice: “Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozosos;  y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido”.
Cuando el pastor llegó a su casa con su oveja sobre sus hombros, invitó a sus vecinos y amigos para hacer una fiesta por el gozo que sentía al haber hallado a su oveja perdida. Igual es en el plano espiritual. Cuando usted vuelva al redil del Señor habrá fiesta en el cielo por el gozo que un pecador ha sido encontrado.
El Señor está interesado en todos aquellos que por diferentes motivos un día se alejaron de El. Los hombres pueden perder la esperanza, pero Dios no.
Dios ama a los que no se han extraviado; pero hay una alegría indecible en su corazón cuando uno que estaba perdido vuelve a casa.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19.10).

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