Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué
hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las
noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta
encontrarla? Y cuando la encuentra, la
pone sobre su hombro gozoso; y al llegar
a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento. (Lucas 15.3-7)
La historia que nos cuenta Jesús es muy sencilla y llena de
amor por aquellas personas que aunque un día estaban en su redil, por algún
motivo indiferente se extraviaron, pero que el Buen pastor no descansará hasta
que la haya encontrado y la haya restaurado para sí mismo.
Hay muchas formas distintas en las que el pastor podría haber
reaccionado cuando finalmente hubiera encontrado la oveja perdida:
Encuentra su oveja y la regaña: Oveja estúpida e ignorante. ¿Cómo
te atreves a alejarte de mí? No, en absoluto no la reprende.
Encuentra su oveja y la castiga: Oveja torpe y desobediente.
Yo te voy a enseñar a perderte. No, no
la castiga.
Encuentra su oveja y la rechaza: Estás sucia y apestas
¿Dónde te metiste? Ve a lavarte ahora mismo y cuando estés limpia volveré a
recogerte. No, no hace que se lave sola.
Encuentra su oveja y la vende: No puedo tener una oveja como
tú, desobediente, contaminando mi rebaño. ¿Sabes cómo me hiciste ver delante de
todos los demás?». No; no se deshace de ella.
El Señor no actúa así, aunque nuestra torpeza no hiciera
apartarnos del redil, la palabra de Dios dice: “Y cuando la encuentra, la pone
sobre sus hombros gozosos; y al llegar a
casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido”.
Cuando el pastor llegó a su casa con su oveja sobre sus
hombros, invitó a sus vecinos y amigos para hacer una fiesta por el gozo que
sentía al haber hallado a su oveja perdida. Igual es en el plano espiritual.
Cuando usted vuelva al redil del Señor habrá fiesta en el cielo por el gozo que
un pecador ha sido encontrado.
El Señor está interesado en todos aquellos que por
diferentes motivos un día se alejaron de El. Los hombres pueden perder la
esperanza, pero Dios no.
Dios ama a los que no se han extraviado; pero hay una
alegría indecible en su corazón cuando uno que estaba perdido vuelve a casa.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido. (Lucas 19.10).
No hay comentarios:
Publicar un comentario