Viendo lo que veo, me da la sensación de que parece que es
un buen tiempo para ser un falso maestro y promover doctrinas contrarias a las
Sagradas Escrituras. Pareciera que a los falsos maestros más descarados de hoy
se les presta más atención y, con toda seguridad tienen las iglesias con más
asistencia que ninguna otra.
Y yo me pregunto ¿Por qué será?, será que sus sermones de prosperidad, éxito y poder mental son mas atrayentes que la predicación Bíblica. Los que predican sobre el pecado, sobre
el arrepentimiento, sobre la justicia de Dios son los que corren el riesgo de ser
catalogado de «odiosos». Se tiene más paciencia con aquellos que sonrientes enseñan
media-verdades, que con aquellos que con valor defienden la sana doctrina.
Los apóstoles velaban por la sana doctrina. Esta enseñanza
da vida y salud espiritual porque es la doctrina cristiana verdadera. En todas
las epístolas del apóstol Pablo, en total trece cartas del Nuevo Testamento, él
expuso las bellas verdades de la salvación que se obtienen por medio de
Jesucristo e instruyó a los cristianos acerca de su nueva vida. Pero también,
en todas sus epístolas, tuvo que combatir las enseñanzas equivocadas que
amenazaban la salud de las iglesias.
Las verdades del mensaje de la Biblia son el corazón del
cristianismo. Cuando los hombres se apartan de esa verdad, debilitan el mensaje,
y este no tiene el fruto deseado. Si cambiamos las verdades fundamentales, la
doctrina deja de ser el mensaje cristiano bíblico. Son herejías, enseñanzas que
no redimen al hombre de sus pecados, que no le proporcionan la vida eterna, que
no lo transforman en una nueva criatura ni le ubican en el camino que se dirige
al cielo.
Pablo dirigiéndose a Timoteo le da una clara instrucción: “Tal
como te rogué al salir para Macedonia que te quedaras en Éfeso para que
instruyeras a algunos que no enseñaran doctrinas extrañas” (1Timoteo1.3).
A primera vista, la
instrucción de Pablo parece muy drástica: “que no enseñan diferente doctrina”.
Algunos dirían: “A Pablo le faltaba tolerancia. No tenía una mente abierta.
Además, era soberbio porque pensaba que sólo él tenía razón. Ser tan drástico
causaría más problemas en la congregación, debía tener más amor”. Pero
recordemos la fe cristiana llegó al hombre por revelación divina en las
Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos. Una parte de la revelación
fueron los eventos históricos ineludibles de la venida, vida, enseñanza, muerte
y resurrección del Hijo de Dios. Esta revelación divina concluyó con las
enseñanzas autorizadas y normativas de los apóstoles. Los cristianos no tenemos
ninguna opción de introducir nuevos pensamientos al cristianismo. Debemos de
comparar toda enseñanza con la norma divina que se encuentra en las Escrituras.
Por eso, Pablo puede hablar de diferente doctrina.
¿Diferente de qué? De la que enseñaban los apóstoles. La doctrina de ellos es
norma para todos los cristianos. Pablo dice en Gálatas que no hay otro
evangelio, porque ningún otro mensaje trae “buenas nuevas”. Escribió: “Si
alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”
(Gálatas 1.8).
Pablo mira a un futuro en el que las personas preferían oír
falsas doctrinas, y le dice a Timoteo que permanezca fiel a su llamado,
conducir la iglesia con y a través de la Palabra de Dios, este fue el encargo de
Pablo a Timoteo hace dos mil años y ese encargo sigue vigente para ti y para
mí. Como pueblo de Dios que vive en una época de comezón de oír, debemos
permanecer comprometidos con nada menos que la fiel predicación de la Palabra
de Dios.
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