27 septiembre 2015

Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas

Hace unos días salió a la luz una biografía no autorizada del  primer ministro británico, David Cameron, que cuenta que en su juventud participo en un ritual de iniciación en una selecta hermandad de Oxford en la que también se habla de sus juergas de juventud, de cómo circulaba la marihuana y la cocaina entre su pandilla, y hasta en su casa. No sé que tendrá de verdad toda esta historia, pero lo que sí es verdad es que cuando hemos sido jóvenes todos o casi todos hemos hecho cosas que con el tiempo hasta nos hemos avergonzado de ellas.


Yo personalmente no podría ser político o tener un cargo público, pues con la nueva moda de buscar trapos sucios en las redes sociales, o por algún “amigo “ estos tendrían bastante material como para echar por tierra mi supuesta carrera política.
Una gran realidad es que ninguno de nosotros hemos sido perfectos. Todos  hemos cometidos errores y muchos, que han causado mucho daño en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean.

Qué bueno sería si pudiéramos remediar nuestros errores y faltas, que bueno sería si pudiésemos viajar al pasado y corregir todas esas cosas que hemos hecho y que tanto daño nos produjeron. Conozco a personas que todavía viven siendo esclavos de su pasado, personas que un día conocieron a Dios pero que nunca lograron  experimentar una vida libre de su pasado. Pero la palabra de Dios nos dice muy claramente que:
 “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva;  pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. [1]

La palabra de Dios es muy tajante en este tema, nos dice que Dios ya nos perdono que no traigamos a memoria las cosas viejas: ¿Por qué hay todavía muchas personas que aún recuerdan las cosas pasadas que ya Cristo borró en nosotros? Más aun, algunos son atraídos por ellas para volverlas a hacer, y volver a la vieja criatura. A muchos les da por pensar que Cristo ya se olvidó de ellos. ¿Por qué traer a la memoria lo que Cristo ya limpió, borró y sacó de nosotros?
Si recordamos lo pasado, que sea para glorificar a Dios por habernos rescatado, por habernos transformado; no, para volver atrás. Mirar atrás, es volver al pecado. La mujer de Lot, miró atrás, y se convirtió en una estatua de sal. Cuidémonos de no mirar atrás. Miremos hacia adelante, miremos a la cruz, donde está Jesús y habrá paz en nuestro corazón.

Dios nos hace hombres y mujeres nuevos. Dios le habló a su pueblo diciéndole: "Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y le daré un corazón de carne..." (Ezequiel 11.19)

[1].- Isaias 43.18-19


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