06 septiembre 2015

Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. (Ecl. 11.1)

Cierto día estábamos en una reunión  conjunta de iglesias y al final de la reunión el pastor que nos había enseñado sobre la honra, nos invitaba a honrar a alguna persona que había impactado en algún tema en nuestra vida. Entre la diversas personas que salieron, hubo una que me llamo mucho la atención, pues este hombre quería honrar a una persona que le había visitado en el centro penitenciario de Fontcalent, (Alicante) cuando estuvo preso, y que de alguna forma había sido el “culpable” de que él conociese al Señor. 


Comentaba que nunca pudo hablar con él, que su nombre era Pepe, que era de Elche y que jueves tras jueves le enseñaba a través de la Biblia una forma diferente de vivir, y que gracias a su testimonio y a su ímpetu, él acepto a Jesús como Señor y Salvador de su vida, y que de esa forma haciéndolo público le quería honrar.

Muchas veces creemos que el trabajo que realizamos para Dios no tiene ningún fruto, porque no vemos los resultados, participamos en campañas,  servimos en la iglesia, participamos en ministerio de prisiones y hospitales, sin ningún fruto aparente, e incluso hay veces que el enemigo llega a poner dudas en nuestro corazón sobre el trabajo que hacemos para  Dios, pero la palabra de Dios nos dice: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”  [1]   

Mis amigos y hermanos cuando hacemos algo para la obra de Dios que edifique a los demás ten la certeza que nunca será en vano, nuestro Dios es justo y el jamás olvida nada, así que cuando prediquemos, cuando oremos, cuando hablemos a los demás de la palabra de Dios, cuando seas ejemplo a veces por muy difícil que sea, jamás será en vano.
Muchas veces no veremos el fruto, el resultado de nuestro esfuerzo,  y el desanimo se hace visible en nuestra vida, y nos cuestionaremos si merece la pena nuestro trabajo. 

Nuestro amigo Pepe, nunca había sabido del cambio de ese hombre, pero su trabajo realizado día, tras día, semana tras semana había tenido su fruto. Aunque el desanimo, la desgana te diga que lo que tú haces nunca hará una gran diferencia,  cada granito de arena que se aporte a edificar un mundo que busque a Dios siempre pero siempre hará diferencia en la vida de los que te rodean, así que aunque el enemigo quiera quitarte la bendición del servicio, ten en cuenta que para Dios tu trabajo si es valioso por muy pequeño que sea.


[1].- 1 Corintios 15.58

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